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El Mariel: Crisis migratoria de 1980

En 1973, el gobierno de Richard Nixon suspende el enlace aéreo y los acuerdos que le habían dado lugar en 1965. En el contexto social de su país primaba un fuerte sentimiento antinmigrante, el descontento por las prerrogativas ofrecidas a los cubanos. Así concluye la segunda oleada de migrantes cubanos al país norteño.

En esta etapa tiene lugar un momento importante en la evolución de la legislación cubana en temas migratorios. Como parte del proceso de institucionalización llevado a cabo en el país, se aprueba la Ley 1312, “Ley de Migración” del 20 de septiembre de 1976. La herramienta legal agregaba a los ya existentes, un Permiso de Salida Indefinida (PSI), pensado para quienes contraían matrimonio con ciudadanos extranjeros y se establecían fuera del país. Ellos podían conservar sus bienes en Cuba y se les permitía el regreso una vez al año.

En esta década comienza a resquebrajarse el aislamiento diplomático al cual Cuba se había visto sometida diez años antes, sobre todo en Latinoamérica. Un número creciente de países buscaban romper el bloqueo impuesto a la isla caribeña en 1962 y clamaban por cambios desde la Organización de Estados Americanos. Miembros del Congreso norteamericano percibieron que la política contra Cuba perjudicaba los intereses de su país, afectando la imagen del país ante las naciones aliadas en la región[1].

Proceso de acercamiento

Comienza así un proceso de acercamiento entre las dos naciones. Con la llegada al poder de Jimmy Carter, en 1977, el proceso alcanza a un punto cumbre, nunca visto antes ni después de este momento. Ese año abrieron en ambos países oficinas diplomáticas con rango de secciones de intereses en La Habana y Washington. En esta etapa también se suscribieron acuerdos de cooperación entre las naciones.  Además, como resultado de la autorización bilateral de la visita de emigrados cubanos al territorio patrio, más de cien mil cubanos visitaron el país solo en 1979 [2], con los requisitos de actualizar su pasaporte cubano y obtener el Permiso de Entrada.

El acontecimiento se inscribió en el contexto del dialogo del Estado cubano con el sector no hostil de la emigración y marcó un punto de inflexión en la política migratoria, acentuando la tendencia a la flexibilización mantenida hasta nuestros días. Durante la década tuvieron lugar otras modificaciones significativas en la legislación migratoria, como la puesta en vigor del Permiso de Residencia en el Exterior(1984) y el Permiso de Viaje al Exterior (1987). Para todos los casos de salida del país debía contarse con una Carta de Invitación.

 

Permiso de Residencia en el Exterior: Ampliaba los términos del PSI, pues lo ciudadanos residentes en el exterior podían volver cuántas veces desearan, previa obtención del Permiso de Entrada.

La interacción de factores de naturaleza internacional o doméstica, como la ayuda prestada por tropas cubanas a Angola y Etiopía; el sabotaje del avión con atletas cubanos, con destino a Barbados, junto a otros actos de terrorismo; y el viraje hacia la derecha del gobierno de Carter, con vista a la reelección de 1980, provocaron el fin de la mejora en las relaciones.

Como explica el investigador Jesús Arboleya, los intentos conciliatorios con el gobierno de Carter no desembocaron en compromisos migratorios debido al fuerte sentimiento antinmigrante predominante en la sociedad estadounidense. Los flujos migratorios procedentes de otras partes del mundo si estaban sujetos a rígidas políticas restrictivas. 

Retroceso en las relaciones bilaterales

La dinámica del acercamiento hacia Cuba comenzó a considerarse un “signo de debilidad hacia el comunismo”. Se revitalizó una retórica de condena a las supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba, que alentaba la emigración ilegal.

El gobierno cubano manifestó en todo momento la disposición al diálogo bilateral para solucionar las diferencias, poniendo de por medio el respeto a la política y el derecho a la autodeterminación de todas las naciones. El Comandante Fidel Castro advirtió en la clausura del III Congreso Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, estímulo por parte de Estados Unidos de las “salidas ilegales del país, los secuestros de embarcaciones, poco menos que recibiendo como héroes al que secuestre una embarcación (…) Les hemos pedido, les hemos exigido que tomen medidas y que desalienten ese tipo de actividades”.

La situación se agudizó al punto que entre el 12 de agosto de 1980 y octubre de 1981, el gobierno cubano abrió el puerto del Mariel. Washington debió recibir alrededor de 125 000 cubanos que arribaron a la Florida en embarcaciones particulares. Aunque el procedimiento reeditaba hasta cierto punto lo acontecido en Camarioca en 1965, esta vez el gobierno antillano exigió que en las embarcaciones no se trasladaran solo los familiares reclamados, sino también quienes deseaban marcharse, pero nadie venía a buscarlos.

Arboleya valora que la crisis migratoria del Mariel “sorprendió a la sociedad cubana” en un periodo de notable estabilidad social y económica, donde la contrarrevolución interna apenas tenía vigencia. La tensión con la administración estadounidense había alcanzado puntos más álgidos. 

Estudiosos como Philip Brenner enfatizan en la influencia de la visita de los emigrados cubanos en 1979, en la masividad del éxodo de cubanos por el puerto del Mariel. Los efectos del recrudecimiento del bloqueo sobre la disponibilidad de bienes de consumo y el sistema de racionamiento chocaron con la imagen de opulencia proyectada por los visitantes.

En el seno de la sociedad cubana se dieron manifestaciones de repudio a quienes solicitaban el pasaporte para abandonar el país por el puerto del Mariel. La migración volvió a tomar connotaciones negativas. Mientras que desde Cuba se consideraba como “escorias” a los marielitos, el gobierno de los Estados Unidos, que había prometido recibirlos “con el corazón y los brazos abiertos”, los trataba como “indeseables”, “representativos de la inmigración más despreciable de la historia de la nación”. La diáspora cubana ya asentada en suelo norteño tampoco les abrió las puertas.

Los nacionales cubanos, por primera vez desde el triunfo revolucionario, no recibirían automáticamente el estatus de refugiados, sino de “entrantes cubanos-haitianos (estatus pendiente)”. En 1981 quedaba cerrado el Programa de Refugiado Cubanos. Los marielitos se vieron sumido en un limbo legal, exentos de cualquier tipo de privilegio. Eran recluidos en centros especiales, campamentos. Los considerados como “excluibles”, por supuestos delitos cometidos en cualquiera de los dos países, y permanecer encarcelados durante tiempo indefinido.

La oleada migratoria por el puerto del Mariel representó la más grande la historia de nuestro país, al punto de alterar su balance demográfico. Por su composición socioclasista, constituía el grupo de migrantes más representativo de la sociedad cubana, entre todos los arribados a Estados Unidos. También se encontraban en mayor disposición de mantener los vínculos con país de origen.

Repercusión del acontecimiento

El Mariel provocó consenso en el gobierno norteamericano de “evitar que Cuba pudiera determinar unilateralmente cuándo permitir oleadas masivas de cubanos hacia las costas de la Florida; así como ante los costos económicos, sociales y políticos de absorber a estos emigrados”[3]. No reportó balances políticos significativos para ninguno de los dos países y demostró la necesidad de buscar un orden al proceso migratorio cubano.

Bajo tal premisa se firman los Acuerdos Migratorios de 1984, en los cuales Cuba aceptó recibir a los ciudadanos clasificados como “excluibles”. Por su parte, Estados Unidos debía aprobar anualmente hasta 20 000 visas para ciudadanos cubanos, incluidos 3000 personas detenidas en Cuba por delitos asociados a la contrarrevolución.

La falta de voluntad de Estados Unidos para cumplir lo pactado era evidente. Al establecer el tope para el otorgamiento de visas, pero no un mínimo, más del 80 por ciento de las peticiones fueron negadas. Cuba suspendió los acuerdos en 1985, ante el inicio de las transmisiones de Radio Martí. Fueron reanudados en 1987.

La estabilidad social durante el último quinquenio de la década de 1980, unida al enfrentamiento a las salidas ilegales, desembocaron en el descenso de las salidas ilegales.


[1] Brenner, P. (1989). Cuba’s Relations with the United States en Brenner, P., LeoGrande, W., Sieguel, D., Rich, D. (Eds.), The Cuba Reader. The Making of a Revolutionary Society. 316─330

[2] Arboleya, J. (2015). Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio cubano. Fondo Editorial Casa de las Américas. La Habana, Cuba.

[3] Barbería, L. (abril-septiembre, 2010). Cuba, su emigración y sus relaciones con Estados Unidos. Temas, 62-63. 103-112.

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