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Denuncian desde Miami hipocresía de influencers anticubanos

Una y otra vez hemos mostrado la falsedad de operadores políticos que, desde Estados Unidos, destilan odio contra el pueblo y el gobierno cubanos. La realidad ha demostrado que estos personajes de dudosa catadura moral actúan como camaleones, adaptando su discurso al mejor postor. Tras su palabrería plagada de veneno está el dinero sucio de la maquinaria anticubana.

Esta verdad no solo se denuncia desde la Isla, sino que, en suelo miamense, muchos artistas y figuras públicas han expresado su indignación hacia influencers empeñados en una “casa de brujas” a quienes se nieguen a hablar mal de su país.

Varios cantantes, que una vez corearon a toda voz las consignas contrarrevolucionarias, han manifestado su inconformidad con la maquinaria de presión y la doble moral de ciertos “bufones” de Miami, que hoy enfilan los cañones hacia La Habana, pero que estando en Cuba no dieron indicios de “luchar” por la ideología que hoy dicen defender. Solo comenzaron a hablar de “dictadura” y “Patria y vida” cuando les dio negocio, del otro lado del Estrecho de la Florida.

Por solo dar un ejemplo de las camaleónicas actitudes, el terrorista Alexander Otaola, conocido por sus extensas arengas contrarrevolucionarias en redes sociales, colaboró con Radio Progreso donde, según el mismo confiesa, “le fue muy bien”. Para colmo, el mismo revela haber trabajado en Día y noche, famosa serie policiaca asesorada directamente por oficiales del Ministerio del Interior. Sí, como lo oye, Otaola trabajó directamente con el MININT, ese mismo que él tanto critica en sus videos.

Ultrack no se queda atrás. En la Mayor de las Antillas trabajaba en actividades políticas, tales como las celebraciones del primero de mayo.

Es innegable la presión del lobby reaccionario miamense hacia artistas cubanos, para empujarlos a adoptar posiciones extremistas y antigubernamentales. La estrategia incluye ataques directos en las redes sociales e incitación a repudiarlos por parte de su audiencia. La coacción en suelo estadounidense ha llevado a muchos artistas a la depresión, sumidos en dificultades económicas infranqueables; y a la cárcel, por cometer delitos.

A los vendepatrias enseguida se les abren las puertas de la industria del odio, que ha demostrado ser muy lucrativa. La disyuntiva está clara: se trata de recibir beneficios económicos a cambio de venderle el alma al diablo, o mantenerse firme en la honestidad y ser vapuleados en el escenario público.

Redacción Razones de Cuba

Trabajos periodísticos que revelan la continuidad de las acciones contra Cuba desde los Estados Unidos.

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