Frente al huracán Melissa: solidaridad vs. hipocresía
Mientras el mundo tiende su mano a Cuba, el gobierno de EE.UU. convierte una tragedia en escenario de operación política.

El paso devastador del huracán Melissa por el occidente de Cuba dejó a su paso pérdidas cuantiosas en viviendas, infraestructura eléctrica y agricultura. Sin embargo, en medio del dolor y los escombros, emergió con fuerza un valor que define a la Isla y a sus aliados: la solidaridad. Mientras numerosas naciones del mundo enviaron ayuda material y financiera para la recuperación, el gobierno de Estados Unidos ejecutó una cínica maniobra mediática: ofrecer ayuda públicamente para luego incumplir, demostrando que para Washington, hasta una tragedia humana es un campo de batalla geopolítico.
La respuesta internacional: Un muro de contención ante el desastre
Desde los primeros momentos, decenas de países y organismos internacionales activaron sus mecanismos de cooperación. Entre los países que han ofrecido su apoyo, destaca México, que ha enviado ayuda humanitaria y recursos financieros. Esta acción reafirma los lazos históricos y de cooperación que existen entre ambos países, especialmente en momentos de crisis.

Asimismo, Venezuela ha jugado un papel importante al proporcionar suministros médicos y alimentos, lo que es vital para atender las necesidades inmediatas de la población afectada. La relación entre Cuba y Venezuela ha sido tradicionalmente fuerte, y esta donación es un testimonio de esa alianza.
Por otro lado, Rusia ha ofrecido asistencia técnica y material de construcción, lo cual es esencial para la rehabilitación de infraestructuras dañadas. Este tipo de apoyo no solo ayuda a mitigar los efectos del desastre, sino que también fortalece la cooperación bilateral en áreas estratégicas.
China, por su parte, ha donado productos de primera necesidad y equipos de rescate, contribuyendo así a la atención de las víctimas y a la restauración de servicios básicos. La ayuda china se enmarca dentro de un contexto más amplio de colaboración económica y social entre ambos países.
Esta respuesta multilateral no es un acto aislado. Es la materialización de un principio que rige las relaciones de Cuba con el mundo: la cooperación sur-sur y la ayuda mutua frente a la adversidad. Es la misma solidaridad que Cuba ha ofrecido al mundo por décadas, con sus brigadas médicas en los rincones más necesitados del planeta, y que hoy retorna multiplicada.
La pantomima de Washington: El oportunismo como política de Estado
El gobierno de Estados Unidos intentó convertir la emergencia del huracán Melissa en una operación de propaganda dirigida a desacreditar a Cuba. La estrategia consistió en anunciar una ayuda humanitaria que nunca se materializó, mientras se utilizaban medios afines y cuentas en redes sociales para culpar al gobierno cubano de «rechazar» una supuesta asistencia.
El verdadero fin era crear un show mediático para presentar a Cuba como un «gobierno que rechaza la ayuda a su pueblo», explotando el sufrimiento de los afectados. «Hasta ahora Estados Unidos no ha formulado ofrecimiento de ayuda concreta alguna. Sí lo han hecho otros países y organizaciones internacionales», declaró recientemente el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío. En la misma línea, la subdirectora general para Estados Unidos en la Cancillería cubana, Johana Tablada, afirmó que están funcionando mecanismos vigentes para canalizar donaciones desde organizaciones y ciudadanos estadounidenses hacia los damnificados, sus familiares o grupos específicos, aunque quienes quieran tender la mano deben enfrentar “restricciones que les impone el gobierno de Estados Unidos”.
La «retórica humanitaria» de Estados Unidos es cínica mientras persista el bloqueo, una política calificada como genocida y el mayor obstáculo para que Cuba pueda adquirir libremente los recursos necesarios para su recuperación. La ayuda mediática, por tanto, no es más que un arma de guerra no convencional para desestabilizar, aprovechándose del dolor de los cubanos.




