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ESPECIALES

De manual y códices

“Viene una tormenta, corre, recoge las ropas que está tendida en el cordel, cierra las puertas y ventanas, y acuéstate en la cama si comienza a tronar y relampaguear, si hay viento, métete debajo, yo te aviso cuando todo pase y puedas salir, voy a tapar los espejos”.

Los que vivimos en el campo crecimos escuchando mensajes que nos crispaban y mantenían movilizados durante minutos y a veces horas, había muchas razones para hacerlo.

Nuestros padres no condicionaron para asumir eventualidades… y utilizaron recursos para que los mensajes urgentes estuvieran envueltos en la mística. El aprendizaje se acentuaba con resortes como “voy a tapar los espejos”, así era más significativo y difícil de olvidar.

Inexorablemente los códigos que activan la atención se van formando desde las primeras edades, son esa espacie de reflejos que se acumulan hasta lograr un ser humano reactivo.

Desde la perspectiva de las ciencias de la comunicación (subversiva), la tensión social se basa en la recepción de un flujo constante de información (hechos, sucesos y fake news) con carácter acumulativo.

Desde la perspectiva de las ciencias de la comunicación (subversiva), la tensión social se basa en la recepción de un flujo constante de información (hechos, sucesos y fake news) con carácter acumulativo.

El bombardeo incesante de información, especialmente a través de las redes sociales y los medios digitales, sobrecarga la capacidad del individuo para procesar y evaluar críticamente cada pieza de información. Esta saturación lleva a una fatiga informativa, disminuyendo el discernimiento entre hechos y opiniones, y generando una mayor propensión a aceptar información sin un análisis riguroso. La acumulación de información, sin tiempo para la reflexión, fomenta la ansiedad y la sensación de estar constantemente al borde de un acontecimiento crucial.

Se privilegia la difusión de información que genera emociones fuertes (miedo, indignación, rabia), independientemente de su veracidad, y son utilizadas técnicas de framing (enmarcado) para presentar la información de una manera que maximice el impacto emocional. Las fake news, por su naturaleza sensacionalista, se diseminan rápidamente y contribuyen a lograr este efecto.

A la par, se construyen narrativas fragmentadas y contradictorias que dificultan la comprensión del contexto global de los sucesos. La información se presenta de manera descontextualizada, aislando hechos específicos para maximizar su impacto emocional y minimizar la posibilidad de análisis crítico. Esto genera una desconexión con la realidad, dificultando la formación de una opinión informada y objetiva.

La información se utiliza para reforzar las divisiones sociales existentes y crear nuevos grupos de identidad, promoviendo y amplificando narrativas que acentúan las diferencias y demonizan los grupos contrarios. Esto genera un clima de desconfianza y hostilidad, facilitando la propagación de fake news dirigidas a ciertos grupos, reforzando los prejuicios. El algoritmo de las redes sociales favorece esta polarización al mostrar contenido que confirma las creencias preexistentes.

La difusión constante de noticias negativas, reales o falsas, crea un clima generalizado de miedo e inseguridad. Se utiliza la amenaza y la incertidumbre para manipular las emociones y controlar el comportamiento. Este miedo dificulta el pensamiento crítico y la toma de decisiones racionales.

Las estrategias de propaganda y desinformación son elementos clave en este proceso, especialmente son utilizadas tácticas de manipulación para difundir información falsa o distorsionada, que se presenta como veraz y objetiva. Estas campañas pueden estar diseñadas para influir en las opiniones y comportamientos de la población, sembrando discordia y desconcierto.

La acumulación de información, manipulada y descontextualizada, provoca una serie de reacciones:

Crispación y estrés: La constante exposición a noticias negativas y la incertidumbre generan estrés, ansiedad y una sensación de pérdida de control.

Radicalización: La polarización y el tribalismo llevan a la radicalización de las posiciones políticas e ideológicas, dificultando el diálogo y el consenso.

Desconfianza en las instituciones: La proliferación de fake news y la manipulación informativa erosionan la confianza en los medios de comunicación, las instituciones políticas y los expertos.

Activismo digital reactivo: La información puede generar una reacción de activismo digital inmediato, a menudo impulsado por emociones fuertes y carente de un análisis crítico profundo.

Asumir y reconocer que independientemente de la situación real que nos circunda, somos manipulados por los medios subversivos cuesta tiempo y dinero (datos).

La comunicación subversiva utiliza la información como arma para tensionar la sociedad y llevarla a las puertas del estrés masivo que inevitablemente conduce a la desconexión con el sistema objeto de la cascada de estrategias.

Fíjese, no se trata solo de la cantidad de información, sino de su presentación, selección y contextualización. La estrategia reside en la manipulación de las emociones y la sobrecarga cognitiva para generar un clima de incertidumbre, miedo y desconfianza, facilitando el control social.

“El hombre del saco”, “el cuco”, “la luz en las noches”, “la ceiba del ahorcado”, “la charca del ahogado” o “el jinete sin cabeza” vienen envueltos en los dichosos códigos…

No lo olvides, mientras te erizas y un calambre recorre tu cuerpo.

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