Guerra Cognitiva: El combate por nuestras mentes en la era digital
En la era de la información y la comunicación, la manipulación se ha convertido en una herramienta para apoderarse de las mentes conocido como Guerra Cognitiva. Se desarrolla principalmente en el ámbito digital para manipular la percepción, las creencias y las decisiones de las personas.
Debido al creciente papel que hoy desempeña la tecnología en la vida cotidiana y el enorme flujo de información que circula en las redes sociales, podemos decir que las capacidades cognitivas individuales ya no son suficientes para garantizar una toma de decisiones oportunas. Ha sido este problema el que ha llevado a la creación del concepto de Guerra Cognitiva.
Al decir de la doctora en Ciencias de la Comunicación, Rosa Miriam Elizalde, Cuba se ha convertido en un polígono de prueba tanto en metodología, como en técnicas de Guerra Cognitiva, que les ha servido a los Estados Unidos para llevarla a la práctica en otras latitudes.
Lo que está en disputa es el cerebro de las personas, sus pensamientos. Este fenómeno afecta el conocimiento, satura la atención y hasta provoca errores de juicios.
Pude parecer que es un suceso actual, pero no es así. Es una técnica que la publicidad ha utilizado siempre y que operaba bajo los standards liberales del periodismo, con ciertos espacios para el pluralismo.
Queda claro entonces que la mente humana se ha convertido en nuevo campo de batalla. El desarrollo de la Guerra Cognitiva representa un gran desafío para la humanidad, especialmente porque altera la comprensión y la reacción, de forma gradual y sutil modificando la forma en que se reacciona a ciertos fenómenos.
Los efectos nocivos son perceptibles a lo largo plazo, posee un alcance universal, valiéndose de técnicas de desinformación y propaganda para agotar psicológicamente a los individuos.
Se basa en el control de la información y la influencia sobre la mente colectiva como armas en la lucha por el poder y la dominación. Los centros de poder crean narrativas sesgadas y la difusión de desinformación, los actores buscan moldear la opinión pública, socavar la confianza en las instituciones y generar divisiones en la sociedad.
Consiste en desarticular el raciocinio, reemplazándolo por uno «parece» lógico. Se planta una idea matriz en el colectivo, asimilada por cada persona, que pasa a ser la opinión pública imperante de la sociedad.
Las tácticas asociadas a la Guerra Cognitiva se han vuelven cada vez más sofisticadas y sutiles, aprovechando las plataformas digitales y las redes sociales para difundir mensajes y narrativas que buscan influir en la percepción de la realidad.
En este mundo cada más conectado es imprescindible tener la capacidad de discernir la información; para ello debemos cuestionar las fuentes, desarrollar el pensamiento crítico.
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