Cambio climático: ¿Cómo que no existe?
«El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Hace parte de toda una agenda de marxismo cultural. Su objetivo es el miedo», proclama una y otra vez el candidato presidencial argentino de extrema derecha Javier Milei, cada vez con más adeptos a su «Partido Libertario», solo superado por los macristas de Juntos por el Cambio y el justicialista Frente para Todos, en el gobierno.
Seguidor del exmandatario brasileño Jair Bolsonaro y del expresidente estadounidense Donald Trump, además de ser «asiduo visitante» de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, Milei también es cercano al partido de extrema derecha español Vox y al político ultraconservador y excandidato presidencial chileno José Antonio Kast.
Vive de los egresos de sus clases universitarias y libros y tiene el respaldo de medios reaccionarios como Infobae, Expreso y otros a nivel internacional, y ha llegado a muchas personas por un poder comunicativo al estilo de los exhibidos por los también reaccionarios Zelensky, Jimmy Morales y Trump.
En fin, Milei, fiel a los intereses de corporaciones depredadoras, niega la existencia del cambio climático.
RECORDATORIO
En las últimas décadas del siglo pasado, en las sociedades occidentales se produjo un verdadero boom del ecologismo, la preocupación por el medio ambiente, por las consecuencias del efecto invernadero, por la tala descontrolada de los bosques y por la extinción de muchas especies de animales.
Organizaciones internacionales como Greenpeace se convirtieron en nuestros héroes modernos, las modas se cambiaron y el uso de las pieles animales se convirtió en algo no solo de mal gusto, sino que señalaría a quien las usara como a alguien totalmente cruel.
Parecía que existía un proceso de integración planetaria, y los jóvenes movimientos y partidos verdes nos invitaban a sumarnos a la búsqueda de nuevos paradigmas de desarrollo, criticando duramente el modelo capitalista mundial por primitivo, desgastado y desgastante.
Se salvaron algunos ríos, bosques y animales en varios continentes, pero eso ya no existe, porque todo va de acuerdo con la famosa frase «cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas», atribuida a Mario Benedetti.
Ello explica este viraje histórico, caracterizado por el secuestro de la agenda de la izquierda por el capitalismo y la compra por corporaciones del «ecologismo» europeo como la mejor herramienta de distracción de la opinión pública (ya mentalmente sincronizada en esta frecuencia), para desviar las luchas y las esperanzas.
MIRANDO A NUESTRA AMÉRICA
No miremos a Europa, sino observemos a nuestro continente, y dentro de este, Chile tiene un lugar especial, pese a que en estos momentos cuenta oficialmente con un programa de protección al medio ambiente, pero que no se cumple.
En el sur de la nación, donde se maltrata al pueblo mapuche, campean los grandes terratenientes que planifican la construcción de represas, al tiempo que financian movimientos ecologistas locales encargados de organizar los escándalos mediáticos, para así multiplicar las ofertas de las empresas privadas hidroeléctricas por el derecho a poner las represas en su terreno.
El tema es amplio y el espacio no puede serlo tanto, por lo que Chile sigue siendo un centro importante de atención, como acaba de demostrarlo una investigación de Naciones Unidas.
El relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente, David Boyad, denunció que Chile enfrenta una «abrumadora serie de crisis ambientales» que violan múltiples derechos humanos.
«Estas crisis, que llevan muchos años produciéndose, incluyen zonas de sacrificio profundamente preocupantes donde las comunidades marginadas y vulnerables sufren la exposición a sustancias tóxicas y la degradación ambiental», señaló en un comunicado, al concluir una misión de diez días en el país sudamericano.
Boyad explicó que la crisis afecta el derecho fundamental a vivir en un ambiente limpio, saludable y sostenible; y se traduce, por ejemplo, en la escasez de agua, la falta de acceso a agua potable suficiente y la contaminación atmosférica mortal.
«Chile también está sufriendo gravemente el impacto de la crisis climática mundial, incluyendo sequía, desertificación, incendios forestales devastadores, olas de calor mortales, aumento en el nivel del mar, erosión costera y una intensidad cada vez mayor de eventos climáticos extremos», alertó el experto.
Ante este panorama, el relator conminó a que las autoridades pongan en práctica medidas urgentes para garantizar el acceso universal al agua limpia, al aire limpio y a los ambientes no tóxicos.
«Resulta completamente inaceptable que las niñas, niños y jóvenes de algunas comunidades estén creciendo sin un abastecimiento fiable de agua en sus hogares y escuelas y que estén expuestos a químicos tóxicos que amenazan su salud», acusó.
Boyad instó a desarrollar leyes y normas ambientales más fuertes, asignar mayores recursos y llevar a cabo un cumplimiento más estricto de las leyes que ya existen en la materia.
NO SOLO EN CHILE
En la lucha contra la gran minería sucede algo similar. Mientras los indígenas, los campesinos y los pescadores de América Latina dan sus vidas para parar los megaproyectos transnacionales asesinos de todo lo vivo en sus territorios, las corporaciones contratan sicarios para asesinar a los líderes sociales que luchan contra sus proyectos.
Detrás del bonito discurso sobre las «energías alternativas» se pierden varios elementos del sentido común y se esconden los verdaderos intereses. El interés de las élites económicas occidentales por disminuir su tradicional dependencia del petróleo y del gas no se debe a su preocupación por el destino de la humanidad.
Lo que les interesaría es reestructurar el actual modelo de colonialismo que ejercen para que los países dueños de las principales reservas de hidrocarburos tengan menos poder en el mundo y así socavar las bases de su crecimiento económico.
El cambio climático sigue afectando al planeta y nuestro continente es un ejemplo de ello, aunque recibe menos publicidad, como cuando se deshiela la cima de una montaña, o se desprende un glaciar, o muchas islas comienzan a ser sepultadas. Pero Milei, ahí está. ¿Cómo que no existe?
Por: Arnaldo Musa