Las discusiones filosóficas y políticas sobre una tercera posición entre materialistas e idealistas, la izquierda y la derecha, no son nuevas. Existen desde que los seres humanos comenzaron a filosofar sobre los fenómenos de la naturaleza y la sociedad, desde el mismo instante en que las clases iniciaron sus debates y luchas políticas por alcanzar y preservar el poder.
Eso ha estado dado porque siempre han existido filósofos y políticos que han esquivado el debate, la discusión y los enfrentamientos, ocupando posiciones supuestamente neutrales o paralelas.
La vida misma, con todo su esplendor y matices, se ha encargado de poner al descubierto la doble intención de los personajes que así se presentan.
Pero en la actualidad, en particular en Cuba, el fenómeno adquiere nuevos matices. Ante imposibilidad de regresar a un pasado capitalista de oprobio y el supuesto fracaso del proyecto socialista, una tercera opción se presenta como salvadora de tan difícil y compleja situación.
En primer lugar, es evidente la mala intención de este proyecto, al presentar al Socialismo como responsable de la situación actual que atraviesa el país, sin analizar, de forma objetiva, clara y valiente, los efectos nocivos que el acoso imperialista provoca a un pequeño país subdesarrollado.
Por otra parte, aunque supuestamente mantienen una posición imparcial o neutral, en la práctica defienden una plataforma contraria a la Revolución, sumisa ante los designios del Imperio, mintiendo y estimulando la desidia, la ingobernabilidad y desacato a las autoridades.
A su vez, critican o niegan los logros y conquistas del socialismo cubano, bajo el impacto de una guerra criminal total, no declarada contra Cuba, que durante más de 63 años literalmente nos asfixia.
La historia muestra con elocuencia cómo los centristas, en la hora decisiva, se pliegan a los intereses de la derecha más conservadora y retrógrada.
Por eso reiteramos que una tercera posición no existe, es falsa
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