En el caso cubano, la guerra mediática es de vieja data. Al respecto, en su discurso del 1ro de enero de 2014 en Santiago de Cuba, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, reflexionaba:
“En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral”.
En resumen, un marcado oportunismo aprovecha la compleja situación económica del país, en momentos coyunturales de enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19, para que la proliferación de este tipo de acciones pueda generar eventualmente un estallido social de mayores dimensiones.
Se afanan engañosamente en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social, como si esos preceptos no representaran cabalmente los intereses de la clase dominante en el mundo capitalista.
Con ello pretenden, además, inducir la ruptura entre la dirección del país y las nuevas generaciones y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro.
Lo descrito anteriormente no es más que los llamados «golpes suaves», con el objetivo de derrocar a la Revolución Cubana.
Estas razones demuestran una vez la necesidad de continuar desarrollando la educación político-ideológica de nuestro pueblo, y dentro de ella, la cultura histórica. Solo así, contra una revolución auténtica, con un gobierno del pueblo y para el pueblo, con ciudadanos conscientes, ideológicamente preparados, es imposible que tenga éxito un golpe suave y las aspiraciones del imperialismo de derrotar la Revolución Cubana.
Y es que como advirtiera José Martí:
“…Como cuerpos que ruedan por un plano inclinado, así las ideas justas, por sobre obstáculo y valla, llegan a logro. Será dado precipitar o estorbar su llegada; impedirla jamás. Una idea justa que aparece, vence. Los hombres mismos que la sacan de su cerebro, donde la fecundaron con sus dolores, y la alimentan luego que la traen a luz, no pueden apagar las llamas que vuelan como alas, y abrasan a quien quiere detenerlas…”.
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