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ESPECIALESSiglo XXI

¿Por qué los odiadores perdieron el 11 de julio de 2021?

Algunos me cuentan que sintieron miedo. Otros, indignación. Calles usualmente tranquilas se llenaron de vidrios y cristales rotos. El vandalismo campeó a sus anchas, y la desinformación, también. Los días aledaños al 11 de julio de 2021 pasarán a la historia como la demostración del daño que puede hacer la guerra de cuarta generación contra Cuba.

Pero lo sucedido en esa fecha trascendió ese hecho para dejar en evidencia algo mucho más importante. El pueblo cubano resistió. La Revolución sigue aquí, desafiando todos los pronósticos de los odiadores.

Querían generar guerra y desunión, adueñarse del país en medio del caos que generarían. En la otra orilla hay quien se llena la boca para declarar amor a Cuba, pero no duda en clamar por una intervención militar de la mayor potencia del mundo. No era necesario esperar para ver qué saldo traería la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro país. Basta con ver la estela de muerte y destrucción dejada por todo el mundo. Para ello, siguieron paso a paso los mecanismos y técnicas declarados en sus manuales de guerra no convencional. Usaron de forma extensiva la desinformación, la propaganda de guerra. Llenaron el entorno digital de noticias falsas, para engañar al mundo y a los propios habitantes de la Isla. Aprovecharon la difícil situación económica nacional para recrudecer el bloqueo, caldear el ambiente e incitar al estallido social. También se pagó por la comisión de acciones violentas. A estas alturas, eso no es un secreto para nadie.

Existen múltiples testimonios del carácter violento de los disturbios

¿Qué pasó? Una representación multitudinaria del pueblo de Cuba inundó las calles en defensa de la Revolución. Hasta de ellos emplearon imágenes descontextualizadas, con el fin de promover la precepción de un desorden total en la Mayor de las Antillas.

La imagen de la cubana Betty Pairol, que salió en defensa de la Revolución, todavía se usa para ilustrar falsamente protestas contra el gobierno cubano

Si alguien dudó de la naturaleza importada del intento de golpe blando, ya debería haber aclarado su mente. Un año después, la Revolución vive. La llevan en brazos sus propios hijos, que siguen apostando por el futuro del país desde el trabajo y el estudio. ¿Quiénes si no edifican nuevas casas en barrios en trasformación, atienden en los hospitales, producen, reparan, sueñan…?

Los cubanos siguen apostando por la construcción del socialismo, el único sistema que trae en su esencia el valor central del ser humano por sobre todas las cosas. El discurso del odio sigue paseándose por las redes sociales, plataformas mediáticas financiadas desde el exterior y la prensa occidental. Todos los días se convoca a una huelga distinta. Sin embargo, en Cuba reina la paz.

David le gana a Goliat una y otra vez. Se romperán entonces las cabezas preguntándose cómo puede ser que incluso destinando millones a volver patas arriba el país, no han logrado desestabilizarnos. La respuesta es simple: en Cuba existimos personas que no podemos ser compradas de ninguna manera. Ni siquiera las deidades poseen la virtud de la perfección. Cuanto logremos hacer por Cuba, que es decir por nosotros mismos, está solo en nuestras manos. Las soluciones no vendrán de afuera, vestidas de un falso discurso pacifista teñido de muerte. “Revolución significa que el pueblo tiene, por primera vez, la oportunidad de trabajar para su futuro; revolución significa que cada cosa que se haga, se hace o se desee hacer, es para beneficio del pueblo”, había dicho nuestro Comandante en Jefe en 1971. Entonces, a trabajar, cubanos.

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