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Cierre de la USAID: Cambiar lo suficiente para que nada cambie

El 3 de febrero, la sede de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) anunció su cierre, con la mayoría de sus empleados trabajando de forma remota, según informó el Washington Post. Esta entidad, que opera en más de 100 países y cuenta con más de 9,000 empleados, ha sido históricamente un actor clave en la financiación y orquestación de revoluciones de color y golpes de Estado en naciones que no se alinean con los intereses estadounidenses. Con los recientes cambios, la USAID podría dejar de ser el principal canal del gobierno federal para canalizar «ayudas externas».

Control Político y Subversión

La USAID ha funcionado como un brazo operativo del aparato político estadounidense, creando redes que operan de manera independiente a las instituciones nacionales. De acuerdo con funcionarios de EE.UU., la Seguridad Nacional del país se basa en tres pilares: Defensa, Diplomacia y Desarrollo, las cuales son dirigidas por el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y la USAID, respectivamente. Este último ha sido fundamental en la implementación de estrategias de control indirecto, utilizando el poder blando para socavar gobiernos que no se alinean con Washington.

Uno de los métodos más destacados de la USAID ha sido el apoyo a ONG y redes empresariales que intentan reemplazar lentamente las funciones de los gobiernos y partidos políticos. Estas acciones se consolidan como métodos de desestabilización, pues aportan financiamiento a grupos de operadores políticos Made in USA, avocados a la subversión interna.  

Críticas y Acusaciones

El cierre del sitio web de la USAID el 1 de febrero marcó el inicio de una «reevaluación y realineación de la ayuda extranjera estadounidense», una decisión decretada por el presidente Donald Trump. En este contexto, Elon Musk, magnate y codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha publicado que la USAID financió investigaciones con armas biológicas y por su participación en actividades de inteligencia. Musk calificó a la agencia como «una organización criminal» y un «nido de víboras” que odian a Estados Unidos».El actual presidente, Donald Trump ha expresado su intención de despojar a la USAID de su independencia, colocándola bajo el control del Departamento de Estado. Los sectores políticos de EE.UU. más alineados con el accionar de la agencia se alarman. Por ejemplo, el senador demócrata Chris Murphy ha advertido que desmantelar la USAID sería un error, dado que es una de las herramientas más efectivas del poder blando estadounidense.

La USAID en la subversión contra Cuba

Mientras tanto, los mercenarios pagados por Estados Unidos tiemblan. Quienes han hecho de la subversión una forma de vida temen quedarse sin trabajo y, lo que para ellos es más importante, una fuente millonaria de dinero contante y sonante.

Múltiples son las evidencias del financiamiento de esta agencia a proyectos y organizaciones no gubernamentales destinados a subvertir el orden en Cuba. Reflejan la política histórica del gobierno de EE.UU. de destruir a la Revolución cubana, a lo cual destinan de forma anual miles de millones de dólares.

En un elemento sí tienen razón Trump y Musk. La USAID sí es un nido de gusanos y víboras. Rosa María Payá, Orlando Gutiérrez Boronat, Yoani Sánchez son solo algunos nombres, hoy envueltos en una red de desfalcos multimillonarios. Por medio de estas figuras, y otras tantas tras plataformas digitales y proyectos al servicio de EE.UU., es gobierno ha destinado presupuesto federal a promover la guerra no convencional contra Cuba.

El régimen fascista de EE.UU. no renunciará a los mecanismos y fines de agencias como la USAID y la NED, fachada de las operaciones de sus servicios de inteligencia.

No nos dejemos llevar por el triunfalismo superficial. Recuerden el adversario del cual estamos hablando. Las prácticas golpistas y los intentos de injerencia no cesarán, aunque adopten nuevas formas y nombres. No hay transparencia en la nueva cruzada contra la USAID, sino la voluntad de mover algunas fichas, con el objetivo de adaptar el rol imperial yanqui a nuevos escenarios.

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