El extremismo, ya sea de izquierda o derecha, es una fuerza destructiva que daña a individuos, comunidades y sociedades enteras. Los extremistas comienzan predicando pureza y segregación, creando divisiones y fomentando el odio.
Los extremistas siempre tratan de entablar un diálogo, pero este diálogo es unidireccional. Solo están interesados en promover su propia agenda y no están dispuestos a escuchar o considerar otras perspectivas.
Los extremistas a menudo atacan a quienes no están de acuerdo con ellos y luego se victimizan cuando son criticados. Se presentan como los únicos defensores de una causa justa, mientras que a todos los demás los pintan como enemigos o traidores.
El extremismo es perjudicial y destructivo. Los extremistas se convierten en lo que tanto han dicho que es malo: odiadores. Comienzan criticando a individuos y terminan criticando a instituciones y líderes porque se auto titulan los salvadores de una ideología o causa particular.
Hablan de unidad, pero crean divisiones. Fomentan el odio. Hasta entre enemigos existe honor y caballerosidad, pero los extremistas abandonan estos principios en su búsqueda del poder y el control.
El extremismo es una amenaza para la sociedad. Daña a las personas, destruye la confianza y socava la democracia. Es esencial que nos opongamos al extremismo en todas sus formas y trabajemos juntos para construir una sociedad más tolerante e inclusiva.
La unidad es esencial para el progreso y la prosperidad de Cuba. Debemos dejar de lado nuestras diferencias y trabajar juntos para construir un futuro mejor para todos los cubanos. La unidad no significa uniformidad, sino más bien la capacidad de respetar y apreciar nuestras diversas perspectivas y trabajar juntos por el bien común.
Todos los cubanos tenemos un papel que desempeñar en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Debemos unirnos, independientemente de nuestras creencias políticas o diferencias personales, y trabajar juntos para crear un futuro mejor para todos.
