Oswaldo Payá, la contrarrevolución y sus falsos héroes
Rosa María Payá, una de las más recalcitrantes figuras políticas de Estados Unidos si de odio hacia Cuba se trata, repite sin pudor que su padre fue asesinado por la “dictadura cubana”. Dice que toda la evidencia indica que un carro con los distintivos del gobierno embistió por detrás el vehículo donde su progenitor viajaba junto a otros contrarrevolucionarios. Diez años después del suceso, la Payá sigue manipulando el accidente con fines políticos. Ya se le ha descascarado la mentira, pero no se cansa de reiterarla.
Valdría la pena refrescar la memoria sobre quién era Oswaldo Payá Sardiñas, cabecilla que fundó el mercenario Movimiento Cristiano de Liberación (MCL). Posteriormente ingresa a la Internacional Demócrata Cristiana (IDC) y a la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).
Para redactar un programa de transición al capitalismo con preceptos afines a los postulados del Plan Bush, reunió a más de cien miembros de la extrema derecha cubana en el exterior, entre los cuales algunos tienen una larga experiencia en el terrorismo internacional contra Cuba. Quedaron probados sus nexos con la CIA y con la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA), donde recibía orientación de forma frecuente.
Tenía vínculos con Carlos Alberto Montaner, antiguo agente de la CIA y presidente de la Unión Liberal Cubana, organización financiada por la central de inteligencia estadounidense y con sede en Madrid (España), que promovía la política exterior de los Estados Unidos contra Cuba en el seno de las administraciones europeas y latinoamericanas en aquellos tiempos. Otros de sus “amigotes” eran José Jesús Basulto León, director de la organización terrorista Hermanos al Rescate, participante de la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos, y miembros de la también terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, como Joe García y Ramón Humberto Colás.
Tal vez su engendro más citado es el Proyecto Varela. La iniciativa orientada desde el exterior buscaba formular un supuesto proyecto de ley para aumentar las «libertades individuales» de los cubanos. El documento no cumplía con los requisitos formales exigidos, se hacía eco del discurso de doble rasero de Washington hacia Cuba y su aclamado sustento residía en firmas falsas. Fue encargado directamente por el agente de la CIA Carlos Alberto Montaner y la SINA participó activamente en su redacción.
Ninguna de las tentativas concebidas en su extensa trayectoria contrarrevolucionaria logró arraigo popular alguno.
Manipulación de su muerte
El 22 de julio de 2012, Payá Sardiñas y su correligionario Harold Cepero Escalante fallecen en un accidente automovilístico, en un tramo de la carretera Las Tunas-Bayamo. Resultaron lesionados leves los extranjeros Ángel Francisco Carromero Barrios y Jens Aron Modig, de ciudadanías española y sueca respectivamente.
Los dos últimos habían entrado al país tres días antes, con el objetivo de entregar dinero a Payá, asesorarlo en la creación de una organización juvenil del MCL y transportarlo a donde necesitara. Se encontraban involucrados en una operación contra el orden constitucional de Cuba, diseñada por altos mandos del Partido Demócrata Cristiano Sueco (formación afín al estadunidense Tea Party) y el Partido Popular español, conocidos por su trayectoria en la dirección y financiamiento de actividades asociadas a los planes anticubanos de Estados Unidos.
El auto tripulado por los cuatro, conducido por Carromero, se abalanzó a gran velocidad contra un árbol. Payá falleció al momento. Las investigaciones periciales y testimonios rebelaron que se trató de un accidente automovilístico, pues el vehículo excedía al límite de velocidad y no observaba las regulaciones de tránsito correspondientes.
Sin transcurrir siquiera un par de horas, ya CNN en español se hacía eco de las declaraciones de los familiares de Oswaldo, que calificaban el incidente de atentado. Ni siquiera con los resultados de la investigación en la mano tuvieron el decoro de desmentir la farsa.
Una década después, la esencia de la contrarrevolución no ha cambiado. Manipulan la realidad, inventan mentiras a su antojo, se auxilian de un discurso hipócrita y de doble rasero para promover intentos anexionistas, en nombre de un pueblo cubano que nunca han conocido. No defienden intereses más allá de los suyos, o lo que es lo mismo, los del gran capital.