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Un demonio llamado Donald Trump

Con el epíteto de satanás, alguien muy perverso; diablo, cualquiera de los ángeles rebeldes arrojados al abismo; lucifer, hombre malo, soberbio y colérico; Belcebú, sinónimo de lucifer; demonio, espíritu del mal, se conoce y denomina a aquellas personas que por sus acciones y conductas bien merecen arder en el infierno.

Yo no soy creyente, pero como cultura general he leído bastante acerca de la religión, la iglesia y los creyentes, incluida la Biblia, por cuanto la considero una obra clásica de la literatura universal y  sin la cual ninguna  biblioteca estaría verdaderamente completa, pienso que quien diga y haga las cosas que hace el señor Donald Trump, próximo a ocupar de nuevo la presidencia de los Estados Unidos de América,  bien podría considerase como un ser poseído por el demonio y por lo tanto condenado a los rigores del infierno.

De su mandato anterior veamos algunos ejemplos:

  • Separar de sus padres a cientos de niños, hijos de inmigrantes.
  • Decir que El Salvador y Haití son un “agujero de mierda”.
  • Ante el dolor y las calamidades del pueblo puertorriqueño, por el paso de un poderoso huracán, solo limitarse a repartir rollos de papel sanitario. ¿Papel sanitario para qué? Está claro para lo que este se emplea.
  • Por su orden expresa, mandar a asesinar, con cohetes, a un general iraní, nación independiente y soberana, incluso, en Irak, un tercer país que no es donde él gobierna.
  • Acrecentar al máximo posible el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, un país de once millones de seres humanos, privándolo de los recursos mínimos indispensables para la vida, con aplicación de 242 medidas ¡Eso es genocidio!
  • Tratar por la fuerza de imponer, en la República Bolivariana de Venezuela, un presidente ilegítimo y declararlo públicamente como si el mundo le hubiese otorgado a él ese derecho, así como poner precio por la cabeza del presidente Nicolás Maduro. ¡Nada más parecido a las películas norteamericanas del Oeste!
  • Igualmente, y de manera pública proclamar la necesidad de derrocar el régimen legal y constitucionalmente establecido en Nicaragua.
  • Amenazar, boicotear y bloquear al gobierno y al pueblo iraní, sencillamente porque no se pliega a sus exigencias e intereses.
  • En medio de la dramática situación que confrontó la humanidad con la pandemia de COVID-19, no solo se despreocupó de prevenir al pueblo que gobierna, sino que haciendo oído sordo de los llamados que realizó el Papa Francisco, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas y otras muchas personalidades, para que nos uniéramos todos en su enfrentamiento, este señor diabólico se dedicó a articular planes para asesinar al presidente legítimo de Venezuela y a adoptar medidas económicas unilaterales contra varios países víctimas de la pandemia.
  • Su escasa visión e ignorancia lo ha hecho expresar que lo relativo al cambio climático, es una invención de los científicos y por lo tanto no solo lo ignora, sino que decidió retirarse del acuerdo de París, en el cual se unían los esfuerzos de la inmensa mayoría de los países del mundo que aúnan esfuerzos para tratar de frenar los efectos terribles que este cambio climático puede acarrear a la humanidad. 
  • Con la aplicación de las medidas de bloqueo y sanciones, solo logra aumentar el sufrimiento y la penuria de millones de personas. ¡Pareciera como si estas cosas horribles le divirtieran y le hicieran feliz!

¿Sería posible considerar cristiano a una persona que actúa y se comporta de esa manera?

Reelecto nuevamente presidente de ese país y, sin aún haber asumido el cargo, ya ha expresado que, deportará a millones de inmigrados; que Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá tienen que estar bajo el control de los Estados Unidos, se le preguntó que si en el caso de Panamá podría recurrir a fuerza militar y dijo que eso no se descarta. Con esos truenos ¿Qué podrá esperarse de ese magnate industrial, arrogante y prepotente?

Es como si estuviera poseído por el demonio, lucifer, Belcebú, satanás, el diablo o por todos ellos juntos.

Creo que por más que ningún clérigo lo desee podría hacer que se perdonaran sus pecados, (crímenes) por lo que no sería posible que este señor entrara jamás al reino de los cielos.

Su lugar, sin duda, estará reservado por siempre en las entrañas del infierno, en el que deberá arder por tanto daño causado a la humanidad.

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