Salud en Cuba vs. EE.UU.: Un contraste impactante
En un mundo donde la salud es un derecho fundamental, la comparación entre el sistema de salud de Estados Unidos y el de Cuba revela profundas diferencias que van más allá de la retórica política. Mientras que EE.UU. se presenta como una potencia económica, la realidad para muchos de sus ciudadanos es que el acceso a la atención médica depende en gran medida de su capacidad económica.
Un claro ejemplo de esta crisis es la exorbitante factura de más de 80,000 dólares por una simple «fractura de tobillo», sin incluir costos adicionales como la ambulancia, la anestesia o el postoperatorio. En un país donde la atención médica se ha convertido en un lujo, millones de estadounidenses se ven atrapados en deudas impagables, luchando por acceder a tratamientos que deberían ser un derecho.
Por otro lado, en Cuba, a pesar de las limitaciones impuestas por el bloqueo y la escasez de recursos, el sistema de salud se basa en el principio de atención universal y gratuita. Cada cubano tiene acceso a servicios médicos sin costo alguno, lo que garantiza que nadie quede desprotegido ante una emergencia. Este enfoque, aunque enfrenta desafíos, prioriza la salud de la población por encima de las ganancias económicas.
El contraste es evidente: en EE.UU., la salud es un negocio; en Cuba, es un derecho. Mientras que en la potencia norteamericana el sistema de salud está diseñado para favorecer a unos pocos, el ecosistema cubano lucha por mantener un sistema accesible para todos, a pesar de las dificultades.
En conclusión, es fundamental cuestionar el mito del «sueño americano» y reconocer las realidades que enfrentan los ciudadanos en ambos países. La salud no debería ser un privilegio de unos pocos; debe ser un derecho garantizado para todos, independientemente de su situación económica