Marco Rubio: Un estreno diplomático lleno de fallos

Marco Rubio, nombrado Secretario de Estado de Estados Unidos, ha iniciado su carrera diplomática con el pie izquierdo. Su primera gira por los países de América Latina ha evidenciado las complicaciones que enfrenta para satisfacer tanto las expectativas políticas como las personales.
Es pertinente mencionar el contexto en el que se da el nombramiento del político anticubanos. Considerado un producto del aparato burocrático estadounidense, Rubio se encuentra en una situación donde las fuerzas MAGA, que son contrarias a los halcones republicanos tradicionales, tienen una influencia mucho más significativa que durante el primer mandato de Donald Trump.
Además, es importante subrayar la tendencia del presidente hacia la rotación frecuente de funcionarios clave, lo que contrasta con la estabilidad que otros mandatarios han buscado. En su primer mandato, Trump tuvo tres secretarios de Estado, seis titulares de defensa, seis secretarios de seguridad nacional y cuatro jefes de gabinete. ¿Será también Rubio una pieza accesoria en este mandato? Solo el tiempo lo dirá.
Un debut marcado por fallos
El inicio de Rubio en su nuevo cargo no fue el que se esperaba. Su viaje a Panamá, donde se reunió con el presidente José Raúl Mulino, se vio empañado por un anuncio del Departamento de Estado que afirmaba que «los buques del gobierno de EE.UU. ahora pueden transitar por el canal de Panamá sin tarifas, lo que representa un ahorro millonario anual». Rubio pensó que había logrado un triunfo significativo que le aseguraría una pronta felicitación de Trump, ya que el control del canal por parte de China es un tema candente en su agenda. Esto también parecía una estrategia para equilibrar la atención política frente a Richard Grenell, quien había tenido un encuentro con Nicolás Maduro a finales de enero.
Sin embargo, su satisfacción fue efímera. El gobierno panameño reaccionó rápidamente y Mulino desmintió las afirmaciones estadounidenses, acusando a Washington de propagar información errónea sobre un supuesto acuerdo que permitiría el tránsito gratuito por el canal. El presidente panameño aclaró que había informado lo contrario a Pete Hegseth, secretario de Defensa estadounidense, señalando que la exención de tarifas es «una limitación constitucional».
«Me sorprende que se haga una declaración tan importante basada en falsedades. Eso es inaceptable», añadió Mulino, dirigiéndose directamente al Secretario de Estado de EE.UU.
Rubio intentó defenderse diciendo: «No estoy confundido sobre Panamá; tuvimos conversaciones y teníamos expectativas claras». Sin embargo, sus palabras solo parecieron acentuar su ridículo ante la situación.
Ante este desacuerdo, se estableció un canal de comunicación directo entre ambos mandatarios. Mulino confirmó que hablaría directamente con Trump sobre el asunto, mientras que el presidente estadounidense admitió la conversación y expresó su descontento: «Creo que vamos a hablar con Panamá el viernes. Se han comprometido a ciertas cosas, pero no estoy satisfecho con ello».
De este modo, Trump dejó claro su desacuerdo con su Secretario, reflejando una vez más la precariedad de la posición de Rubio.
La postura hostil del Secretario de Estado hacia Cuba también merece atención. Su enfoque agresivo hacia la isla caribeña no solo ha generado tensiones diplomáticas, sino que también ha puesto en evidencia su lealtad a una política exterior que ignora las necesidades de diálogo y entendimiento. A medida que avanza su carrera, los desafíos se multiplican y su capacidad para manejar la política exterior estadounidense será puesta a prueba constantemente.