Hace unos días, la Organización Mundial de la Salud anunciaba que la pandemia Covid19, generada por el virus SARS-CoV-2, entraba en su fase terminal. Los nuevos contagios continúan, con un ritmo irregular, incluso en países del primer mundo. Por consiguiente, todavía existen víctimas mortales.
En contraposición con esta declaración oficial, las cifras de vacunación alarman. Casi la mitad de los países del planeta no alcanzan el 50% de la población inmunizada. Solo una selecta cifra de una veintena de países supera el 85% y no llegan a diez los que logran el esquema completo de vacunación, con dosis de refuerzo incluidas.
Y de forma increíble, Cuba, un pequeño país subdesarrollado, bloqueado por Estados Unidos hace más de 60 años, se encuentra encabezando el pelotón de vanguardia.
Pero, como es habitual, esta importante noticia no aparece en los titulares de la gran prensa, incluyendo las plataformas digitales, como tampoco la OMS ha dado la autorización para el uso masivo de las vacunas cubanas, aún con su probada eficacia.
No se trata solo de que eso afectaría las ganancias de las grandes corporaciones farmacéuticas capitalistas, sino que constituiría una prueba fehaciente de cómo el sistema social socialista cubano, incluso en medio de esta difícil contingencia mundial, con el heroísmo y la creatividad de su pueblo, ha sido capaz de vencer la pandemia y colaborar con otros países hermanos.
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