Las Margaritas: ¿Avanza la transformación del barrio?

Apenas unas cuadras separan Las Margaritas de la Calzada de Diez de Octubre. Pasas el parque de Santos Suárez y a pocos metros de la esquina de la calle Flores y San Bernardino se yergue una empinada escalera.
Dicen que en la escalera anterior las señoras más ancianas del barrio se caían cotidianamente, que casi había que subir y bajar saltando debido a la ausencia de escalones. Había quienes no podían bajar… Esta es más orgánica, con pasos de menor altura, pero aún insegura, sin barandales donde puedan sujetarse las personas mayores.
Pero “es de lo mejorcito que han hecho”. Es un criterio compartido por varios habitantes de esta ciudadela –porque todavía sus habitantes la llaman así–, que agrupa más de 30 viviendas y que en 2021 pasó a formar parte del programa de transformación integral de barrios y comunidades vulnerables en la capital cubana.
La casa de Berta es una de las primeras del antiguo solar. Preguntamos por gente que llevase tiempo viviendo allí y nos señalaron de inmediato su casa. Una señora canosa, de estatura mediana, se asomó a la ventana antes de abrirnos la puerta, ambas de aluminio, y sin dar mucho tiempo para explicar los motivos que nos hacían molestarla se disculpó.
“Muchachos, si no cojo agua ahora no tendré ni una gota. Y a saber cuándo puedo volver a coger”. Señaló hacia el final del pasillo, “atrás habrá vecinos que seguro pueden responder”.
Las Margaritas está en el Consejo Popular Tamarindo, municipio de Diez de Octubre. En 2021, instituciones del territorio, con el apoyo del Ministerio de la Agricultura, comenzaron los esfuerzos de transformación en ese barrio habanero.
Tamarindo es un consejo compuesto por 88 manzanas y 27 calles. Tiene 1.2 km² de extensión, en los que se ubican 44 bodegas, 29 consultorios, cinco farmacias, ocho escuelas, tres secundarias y dos círculos infantiles.
De acuerdo con el intendente del Consejo de Administración Municipal de Diez de Octubre, Damián Cardonet Oviedo, las acciones continúan hoy, a casi dos años de iniciadas.
“Tamarindo es uno de los barrios previstos para terminar ya, porque fue el primero que se intervino”, dijo.
Concluyó la reparación del parque de Santos Suárez, la escuela Escalante y su biblioteca, en el centro del parque. Se sigue trabajando en las bodegas.
El intendente precisó que “en Tamarindo el fuerte ahora es que estamos trabajando en las viviendas de la comunidad Las Margaritas. Se están haciendo las viviendas ahí, y todos los meses se están entregando un grupo de ellas”.
Eran viviendas en condición de usufructo, “ahora van a ser viviendas adecuadas para las personas” que allí viven, agregó.
Cardonet Oviedo refirió que todavía quedan en esa comunidad 18 viviendas que se mantienen como objetos de labores constructivas. Cada viernes, sobre las dos de la tarde, se hace con todos los moradores un chequeo de cómo marchan las acciones.
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Al final del pasillo que va desde la entrada hasta el fondo, a la derecha, está la casa de Yenisé Contreras y su esposo, Dauniel Osorio. La puerta da directamente a lo que será la cocina. En una esquina, junto a la meseta fundida, todavía sin acabado ni instalación hidráulica, los encontramos conversando con José Anache, vecino del lugar.
Cuando a Yenisé se le pregunta cómo marcha el proceso constructivo en el barrio, el rostro se le contrae. Mira en menos de un minuto el espacio donde está de pie y en el que, cada día, tiene que completar tareas tan básicas e imprescindibles como cocinar los alimentos del hogar, y un gesto en sus manos lo dice todo, o casi todo…
“Esta casa fue la primera a la que entraron, junto con la de los vecinos. Fue, si no me equivoco, el 4 de septiembre de 2021. Y mire todavía cómo estoy, sin fregadero, fregando en un cubo, con ratones.
«A todo el que viene se lo digo, miren cómo estoy, el fregadero. Tengo dos niños, son asmáticos, miren este piso. El varón tiene nueve y la niña, 11.
“Ahora mismo tengo al niño ahí, no lo pude llevar a la escuela, porque tiene un grano en la cabeza, que eso es infección.
“Esta casa ha tenido errores desde que se inició. Se fundieron unas placas, sabían que estaban sobre unas vigas, empezaron a debatir sobre las vigas que estaban, que sí, que así se podía; después vino una arquitecta y dijo que no. Vuelve y tumba lo que ya se había hecho.
“Después de eso, se rajó una pared del cuarto. Vino la gente del Gobierno a hablar con nosotros que, por favor, teníamos que salir de aquí, por los niños; incluso, que nos daban tres meses, que en tres meses iban a terminar. Nos alquilamos. Eso fue el año pasado, como en marzo o abril. Nos alquilamos, nos dijeron tres meses, estuvimos cinco meses pagando 5 000 pesos de alquiler para que terminaran.
“Tuvimos que salir del alquiler y venir a meternos aquí así como estamos, porque ya no podíamos pagar más dinero. Y aún estamos así. Pararon en diciembre por los días festivos, eso se entiende, todo el mundo para en esas fechas. En enero se pensaba que se incorporaban y estuvimos 15 días más para que comenzaran.
“Y ahora vuelven a parar porque, dicen, hay un papel que Vivienda no ha firmado. Supuestamente, dicen que está el presupuesto, que está todo, que los almacenes están llenos. Es lo que dicen”.
¿Quién dialoga directamente con ustedes?, preguntamos. “Bueno, eso lo dijo Irán, uno de los jefes de la cooperativa”, responde Yenisé. José, el vecino, aclara que es el dueño de la cooperativa.
Volvemos a preguntar. ¿Es una cooperativa de construcción la que está acá en las acciones constructivas? José señala que es una mipyme y acto seguido Yenisé retoma el hilo: “Ellos dicen que sí, que está todo, pero que falta un papel, que Vivienda lo tiene que firmar y en lo que Vivienda lo firma se llevaron a todos los albañiles de nuevo, con la técnica, todos se fueron. Y seguimos así”.
“Dejaron solo a los custodios”, dice José. Y se suma Dauniel, el esposo de Yenisé: “No hay ni siquiera tomas, el piso lleva meses que sí, que ya lo van a poner… y mira”…
Así, por un rato, Yenisé, Dauniel y José van respondiendo a nuestras preguntas, contando su parte en esta historia de Las Margaritas.
¿Cuántas casas entraron en el proyecto de revitalización?
Yenisé: Todas. Pero entregadas, entregadas…
José: … No hay ninguna.
Yenisé: No, la de mi mamá sí. La de mi mamá sí está terminada.
Dauniel: Yo creo que es la única.
Yenisé: Y la de Arturo creo que ya está terminada. Pero ya, son pocas, porque todo ha sido así. Ya les digo, la mía ha tenido más fechas de entrega que ninguna, porque fue una de las primeras. Y entonces me dijeron –que eso fue una de las cosas que más me molestó– que no me preocupara, que en tres meses estaba, que me alquilara, que mi casa era prioridad. Y la prioridad ha sido que mire todavía cómo estoy. Miren lo que es fregar así, eso es asqueroso. Hay niños, yo tengo que decir a los niños “de aquí directo para arriba, no pueden estar aquí abajo”.
¿Y usted trabaja fuera de la casa?
Yenisé: Yo trabajo, y estudio, además. En un círculo infantil, como auxiliar pedagógica. Ahora estoy ejerciendo como educadora, estoy en mi segundo año de la carrera.
Dauniel: Yo soy artista de Circuba. No he podido irme de gira. Hemos tenido que parar todo por esto. Yo no puedo dejarlos a ellos viviendo de la manera que estamos viviendo.
Yenisé: La electricidad me la tuvieron que poner ahí, como se pudo, para tener un poco de luz aunque sea, porque la electricidad no está terminada. Han sido problemas y problemas. El gas, eso fue otra cosa, vinieron los del gas, “no te preocupes, estamos terminando las casas de adelante, vamos para la tuya”. Cuando salgo a ver, los del gas se fueron. Ya llamé a la agencia, “no, sí, van”. Mire cómo estoy cocinando, inventando ahí con salideros, porque no vienen y tengo que cocinar, porque tengo dos niños. Y así es todo. Todo lo van dejando y lo van dejando y lo van dejando…
Es un peligro…
Yenisé: De la electricidad vinieron, se llevaron los relojes, porque, supuestamente, como la casa estaba cerrada, no se consumía. Fuimos a reclamar los relojes y entonces resulta que no se los llevaron ellos. Estoy sin reloj, también. La corriente está directa y todo es un problema.
Dauniel: Llevamos meses con un niño asmático.
Yenisé: Y entonces todo el mundo te dice “sí, no te preocupes”. Y entonces uno trata de no alterarse, ¿para qué?, porque no resuelves nada con alterarte, pero es así. Si llego a saber que esto era así, yo hubiese preferido que no entraran. Y lo digo de corazón, porque hemos pasado un trabajo horrible. Horrible. Es así el día entero.
Dauniel: Estábamos construyendo por el esfuerzo de nosotros.
Yenisé: Sí, cuando llegaron ya teníamos avanzada nuestra construcción. Ha sido peor.
Dauniel: Llevamos meses sin ventanas.
¿Porque rompieron todo?
Yenisé: Todo lo rompieron, y nada. Y todo ha sido un error tras otro y un error tras otro. Los ratones. Los ratones, usted se puede sentar ahí. Ahora, porque uno está aquí y ellos sienten el ruido. Nada más que yo subo un momentito y bajo, ya salen por ahí.
Y cada vez que vienen: “Tengan paciencia, tengan paciencia”. Yo nada más los miro y digo “claro, porque soy yo la que estoy aquí”. Cuánta paciencia desde 2021. Así.
Ahora mismo no hay piso. Iban a echar el prepiso mientras tanto, por el tema de los ratones. Se los llevaron [a la brigada]. En la cocina estaban terminando para enchapar, ya se los llevaron. Ahora dicen ellos que 15 días. Cuando me dijeron una semana, fue casi un mes. Ahora que me dijeron 15 días, es posible que sea de aquí a tres meses.
Dauniel: Cuando vino el presidente aquí, se dijo que las cosas tenían que quedar mejor. En casi todos los trabajos que han hecho ellos siempre hay errores y hay que volver para atrás. Si tú me tumbaste mi meseta, que yo la tenía con paño intermedio, con todo, ¿por qué tiene que ser después un problema para que me la hagas como yo la tenía?: “No, ya tú no llevas paño intermedio”. Los clósets yo los tenía enchapados; destruyeron todos los clósets.
Yenisé: Entonces, por cansancio, uno va aceptando las cosas. Y miras y aquello te quedó un poco mal, pero ya, ya llega un momento en que uno dice “déjenlo así, avancen para acá”, porque lo que quiero es que salgan ya.
Eso, sin contar cuando llueve. Porque es que hacen las cosas y no piensan. Porque yo no soy ni arquitecta ni albañil, yo no entiendo nada de eso, pero tú tienes que pensar que si la caída de un techo da a mi puerta…
Dauniel: … Todo eso se va a llenar de agua.
Yenisé: Con la corriente ahí. Eso es cierra la puerta y sube a esperar a que escampe, a ver si no coge corriente la puerta, si no hay un corte, porque todo el agua chorrea por esos cables que están ahí.
Dauniel: Entonces, ellos enchaparon el baño. Después demolieron la placa completa. Ahora usted va y ve ese baño, yo no estoy conforme. Usted ve ese baño y parece que lleva años hecho.
Yenisé: Imagínese que eso se quedó en la intemperie todo el tiempo que tumbaron esto. Pero como ya era un recurso que habían gastado, no se podía volver a tocar. Que el error no fue mío, pero ya, déjenlo así, y así es todo, déjenlo así.
A mí en estos momentos me interesa que me terminen esto, porque yo necesito poder limpiar, tener higiene, que los ratones no estén. Porque es que en las casas que están más avanzadas todo está sellado, no tienen ratones.
José: Habían hecho la meseta, la escalera. Después de que hicieron la meseta y la enchaparon completa, “no, porque ahora está mal esto”. Tumbaron la escalera, tumbaron la meseta. No van a avanzar nunca.
Yenisé: Aquí se tumbaron dos veces las escaleras.
¿No hay un supervisor de obra?
Yenisé: Eso es otra cosa, que cada cierto tiempo los cambian. Entonces, el que viene nuevo, el pobre no entiende lo que ya se hizo, es hacer arriba de lo que ya se hizo. Por aquí han pasado no sé cuántos técnicos, no sé cuántos jefes de obra. Aquí a todos los han cambiado.
Dauniel: Los cuartos de arriba los han dejado incompletos. El piso no se ha terminado. Todo ha sido un desastre.
Yenisé: Ahora que estamos avanzando un poquito, fue que pararon.
¿Hay materiales?
Yenisé: Sí, eso es lo que dicen ellos.
Dauniel: Te soy sincero, no les creo.
Yenisé: Dicen y dicen y tú no ves nada.
Dauniel: Aquí puede venir quien venga. Es un mismo cuento y la mentira siempre sale.
Dauniel: Felipa misma. Le terminaron todo. Pregúntele a Felipa cuántas veces yo he ido, el fregadero abajo se le tupe, a desarmárselo.
Yenisé: También traen cosas de muy pésima calidad, porque los herrajes del baño son plásticos, como los que uno compra en La Cuevita. Los fregaderos supuestamente vinieron todos con su herraje, el mío ya no tiene herraje. La técnica nueva no me pudo explicar, porque los fregaderos están aquí desde antes de diciembre y ella llegó no hace un mes.
Por lo menos, los herrajes de los fregaderos, las sifas de los fregaderos, están malos. Tuvimos que ir a comprar una sifa de 150 pesos a los plastiqueros, que estaba mejor que la que me dieron aquí. Y ya estaba mala, hubo que echarle cemento, eso fue cuando la otra cocina. Ahora, con esta, ya le digo, para ese fregadero vamos a ver cuándo entra una sifa, porque es un fregadero bonito, igual a los de la tienda, pero con el hueco ancho.
Dauniel: De la electricidad, siempre dicen que si no hay toma.
Yenisé: Las puertas igual, las tengo ahí. No las hemos podido poner. El marco está en zigzag.
Dauniel: Empezaron poniendo puertas torcidas. Al principio, empezaron a ponerle puertas a las casas. Y después vienen con el cuento de que los cuartos no llevan puertas, cuando desde el inicio se les puso puertas a los cuartos.
¿Ustedes vieron el proyecto inicial? ¿Se sentaron con ustedes?
Yenisé: No, aquí no se sentaron con nadie. Yo le voy a decir que aquí entraron un día y dijeron “vamos a arreglar la fachada”.
De momento, que si adentro el fino, el resano, bueno, todo el mundo permitió. Después, que van a hacer placas. Ya cuando dijeron placas, todo el mundo empezó a gritar, todos los que ya lo habían iniciado, porque no se les había dicho de placas. Y así ha sido todo, y hoy si se va a hacer esto y mañana aquello, y así. Nadie nunca dijo “mira, es la casa completa, todo nuevo”. Eso nunca se explicó. Porque ellos llegaron un día corriendo de noche, porque venía el presidente, y entraron con cosas y limpiaron, y así fue.
Dauniel: Porque venía el presidente. El día antes me pusieron el agua, que yo llevaba meses dando un bateo.
Yenisé: Así mismo. No teníamos agua, aquí no entraba, nosotros la cogíamos de una pilita de una vecina.
Dauniel: El día antes se tiró Aguas de La Habana, terminaron a las nueve de la noche, “usted va a tener agua”.
Yenisé: Después de que se fue el presidente, estuvimos un tiempecito que todo estaba mejor…
Dauniel: Mira la locura. El otro venía por aquí dando, el otro pintando. Mira las paredes como están llenas de vetas.
Yenisé: No resanaban aquí y ya estaban pintando ahí. Mira toda la pared salpicada, porque todo es de correcorre. Y entró pintura, y ahora no, es cal para todo el mundo.
Con los materiales que se han gastado aquí demoliendo y haciendo, ya hubiesen hecho tres edificios. En esta casa sí se han gastado materiales. Aquí nunca dieron una explicación, realmente. Se supo sobre la marcha lo que se iba a hacer.
Dauniel: Tenemos dos niños chiquitos. Uno es asmático también.
Una cantidad de demoliciones. Tuve que dejar mi arte y ponerme a trabajar con las mismas brigadas para adelantar un poco y pagar el alquiler
Yenisé: Nosotros saliendo del alquiler y llegando aquí, la niña cogió dengue, que estuvo mal, ellos mismos lo vieron. Todo es: paciencia.
Dauniel: Estábamos durmiendo aquí abajo, y teníamos allá arriba los cuartos sin techo.
Yenisé: Arriba son dos cuartos, con cubierta ligera.
Dauniel: Y entonces, cuando llovía, toda el agua entraba y se inundaba, aún pasa. Me he quedado sin cama, sin equipos, que se han roto y he tenido que botarlos (una olla arrocera, un frío roto que está en casa de mi suegra).
¿Qué tiempo llevan viviendo aquí?
Yenisé: Nosotros llevamos viviendo aquí como 14, 15 años. Con ellos es todo corre para aquí, corre para allá, pero es que no hay donde poner las cosas.
Dauniel: Yo estoy durmiendo en el piso
Yenisé: El colchón de la niña se mojó, porque como estábamos sin techo aquí. Todo sin techo aquí…
José: La puerta de mi casa y la ventana son de hierro, yo la había puesto y esa no dejé que la quitaran. Ahí están todos los cristales partidos. Los partieron tumbando todo eso. Hablé con ellos y les dije “¿y los cristales ahora qué?”, dijeron “no sé, nosotros no tenemos cristalero”. Pero si ustedes vinieron a arreglarme, ¿cómo van a romper esto?
Dauniel: Los bloques que están entrando son de pésima calidad.
Yenisé: Dijeron que había que dejar la casa completa resanada con fino y pintura por dentro y por fuera. Ahora dicen que por fuera no, porque hay peligro para la vida. Con estas brigadas, porque con la primera que entró, vaya, fue la mejor que estuvo aquí y desgraciadamente, como todo, por descontento se fueron. Esa gente hacía unos andamios con madera de momento y ya estaban encaramados en la pared. Ellos sí trabajaban, y de momento… Ahora estos dicen que no, y si no se resana afuera, pronto la humedad estará por dentro…
¿No hay ningún modo para resanar la pared?
Yenisé: Dicen que no, que peligro para la vida. Yo le digo, aquí la gente está desesperada por que terminen. Esos finos se cuartearon y le dije a mi esposo: “no digas nada, que no lo quiten, que sigan”. Yo no quiero que me hagan más nada, lo que quiero es que terminen, porque ya es demasiado.
El sábado salimos al policlínico de madrugada con el niño en una crisis. “Tienes que sacarlo de la casa”, me dijo la doctora.
Ponerlo a dormir en el patio, ¿no?, porque ya no hay de otra, ¿para dónde lo saco? Ya no me puedo alquilar más. Él tiene que seguir ahí y la niña ahí. Bueno, yo que nunca he sido de enfermarme, no salgo de un catarro para otro, porque es que es imposible.
Dauniel: Meses llevamos sin la ventana ahí. Cuando llueve, toda el agua entra…
En entrevista con Cubadebate, el intendente del Consejo de Administración Municipal de Diez de Octubre, Damián Cardonet Oviedo, sostuvo que actualmente en este consejo popular se siguen incrementando las acciones que permitan devolverle una imagen más renovada a la barriada.
“En Tamarindo, también se asfaltaron todas las calles. Muchas esquinas que estaban totalmente deterioradas se hicieron nuevas también. Y seguimos trabajando, por ejemplo, en el mercado de Santos Suárez, que está en Tamarindo también. Lleva 18 tarimas y se hizo de mampostería. Las dos bodegas en las cuales se está interviniendo deben terminar en junio”, refirió.
“Nos hemos dado a la tarea de rescatar los 141 mercados del territorio, sean placitas, mercados o puntos de venta. Diez de Octubre en eso ha sido fuerte. Ahora estamos en uno de los más grandes, el de Santa Catalina, para rescatarlo. Hicimos una primera parte y ahora estamos en la segunda posición, que también va a un buen ritmo y con un buen avance.
“La otra pretensión, y vamos marchando en ese sentido, es la reparación de las bodegas. Los más de 200 establecimientos de este tipo que tenemos también se irán rescatando, dentro del presupuesto, poco a poco”, dijo.
Según explicó, se deben terminar nueve viviendas en Las Margaritas, de las 18 que quedan. “Usted sabe que dependemos de un presupuesto, un plan”, subrayó.
“Hoy nos hemos concentrado más en los lugares donde nos dan viviendas, que es el problema fundamental hoy del municipio. También hemos trabajado en transformar los albergues, las comunidades de tránsito, y ya vamos por 59 viviendas realizadas ahí.
“Seguimos trabajando en las comunidades de tránsito Sexto Congreso, Cataluña y San Sebastián. Ya entregamos la proyección de Sevilla, lo que queremos hacer en ese lugar, que es la primera comunidad de tránsito cuando se entra allí. También en el barrio del Hueco, en Vista Alegre, donde se van a hacer seis viviendas. Ya se están terminando dos.
“Se están haciendo en las comunidades casas en edificios, biplantas y casas de un solo piso. Se trabaja también en la comunidad Antonio Maceo, antiguamente conocida como el Matadero, que también es un barrio en transformación donde se construyen o se adaptan como viviendas locales que ya existían en la comunidad. Allí se han hecho otras acciones como la entrega de colchones, de recursos.
“Las comunidades El Hueco, Antonio Maceo, Las Margaritas y las comunidades de tránsito (los albergues)… En eso hemos concentrado principalmente los tiros. Hemos hecho otras acciones de transformación en la parte social. Pero nos hemos enfocado en esos cuatro barrios, en lo que es la vivienda, que es la problemática fundamental del territorio, para mejorar la vida de los pobladores”.
Felipa y la historia de Las Margaritas
“Aquí ha habido muchas demoras. Díaz-Canel estuvo aquí el 3 o 4 de septiembre de 2021”. Así comenzó hablando, sentada en la sala de su casa, Felipa Rodríguez Montalvo (68 años), la vecina con más tiempo viviendo en Las Margaritas.
A su lado, su vecina Juana Rodríguez (66 años) asentía con la cabeza, mientras intentaba que su gata, Pina, dejara de merodear entre nuestros pies. “Imagínate, la tengo por los ratones… y por cariñosa”.
Felipa es nacida y criada en el solar. Lo repite con orgullo. “Nací en 1955, antes del triunfo de la Revolución. Mis padres fueron fundadores de esta ciudadela. Y mi abuelito, que era el dueño de esta salita, con ese cuarto, en el 1900.
“Y aquí de esas personas no queda nada. De verdad que, bueno, llegaron aquí al fin algún día, a pesar del momento que estamos viviendo hace tiempo, y a pesar de todo. Pero aquí lo que ha ocurrido ha sido mucho problema de desorganización. Lo que ha pasado de brigadas, les digo, desde 2021 a la fecha…
“Han pasado muchos dirigentes. Esto lo han tomado otras empresas, sufragando el presupuesto, porque la Reforma Urbana jamás tuvo presupuesto para meterse aquí en la ciudadela de Las Margaritas. Aquí hubo muchos planes de deshacer Las Margaritas. Esto no lo conocen ni vecinos que están actualmente viviendo aquí. ¿Se entiende? Nunca se llegaron a hacer. Hasta que llegó el momento. Ni con los planes de ciudadelas, en el Periodo especial.
“Aquí esos planes no llegaron nunca. Nunca hubo presupuesto. Ya, se metieron. Contra, si se metieron, ¿por qué las cosas no se hicieron bien? Todo ha sido un problema de desorganización muy grande. Brigadas y brigadas, jefes y jefes y jefes…
“¿Qué pasa? Que como había una empresa… la primera creo que fue del Ministerio de Agricultura, las empresas de agricultura… Ellos estuvieron tiempo aquí sufragando el presupuesto. Después vino otra empresa, que ya no sé, porque estuve un año y pico fuera de aquí.
“Entregué mi casa el 3 de noviembre de 2021, porque me tocó. Las primeras fueron dos o tres casas de aquí, pero yo entré en el segundo grupo. Entregué mi casa y me fui a vivir para Guanabacoa, pero yo venía periódicamente y veía la desorganización que había.
“Además, escuchaba lo que los vecinos decían. Porque, un ejemplo, si hubiesen hecho un plan organizado… Decir: ‘enumeramos tres patios, vamos a empezar, por ejemplo, con el patio 1, donde tenemos tantos albañiles, tantos ayudantes, vamos a concentrarnos ahí. Cuando ya más o menos hayamos adelantado, seguimos’. Porque ellos no empezaron ni por los casos peores, quien diga eso es cuento. Aquí no hubo organización ni en eso.
“Era una brigada, y a los 15 días ya había otra brigada aquí, y así. En cualquier casa, había un equipo de un albañil, dos ayudantes, y de momento sacaban este para otro, y el otro para otro, y entonces este se quedaba solo, para ir a otro patio.
“Para mí, independientemente de cosas que pasaron, lo que más afectó aquí fue el problema de la desorganización tan grande”.
¿Ya a usted le entregaron la casa?
–Mi casa estaba desde el año pasado, y yo seguía viviendo en Guanabacoa, porque tenía muchos detalles que me faltaban, y todavía… Aquí no hubo plomero mucho tiempo, ni carpintero ni soldador, y se iban unos albañiles y entraban otros.
“Sí es verdad que el Gobierno nos daba el papel de techo cuando pasaba un ciclón, que acababa con los techos, porque todos estos techos eran de madera, con papel de techo y teja francesa, por lo menos aquí en el patio este.
“Pero entonces, no podemos ser ciegos, hay paredes desalineadas. Mi hija todavía no tiene lo que es la formación del baño.
“La electricidad… encontraron todos los tubos desbaratados, porque estaban hasta mal puestos. Y tengo entendido que hay vecinos a los que les ha pasado algo parecido en su casa. Tú me entiendes, porque aquí entre vecinos conversamos. Mira, ahora mismo la vecina de allí, que se llama Bárbara Delgado, las aguas del otro día, todo el techo se le ha mojado desde arriba. Ha tenido la pobre que sacar agua…
“Acueducto vino a raíz de haber venido Díaz-Canel. Yo no, porque yo siempre tuve agua, desde el 92. Las primeras brigadas me desbarataron los tubos. ¿Qué pasa? Que yo tengo cobre desde la entrada de la calle hasta ahí adelante del muro ese que ustedes se encontraron, y de ahí para acá me interceptaron con las tuberías galvanizadas, me desbarataron todo eso. Yo logré que me pusieran manguera, de esa plástica, y me interceptaran allí, porque fueron brigadas que se fueron, en diciembre. Jamás me ha entrado esa agua, que es mía.
“Hay otra señora por ahí adelante que se llama Berta Pastor, que le está pasando lo mismo. ¿Qué pasa? Que al venir el presidente pusieron agua aquí, porque yo le daba agua a los vecinos de este patio y las personas del lado también. Pusieron cinco apartamentos ahora, porque ya se les puede decir apartamentos, con el agua. ¿Ustedes saben lo que hicieron? Nos tiraron las mangueras, que son esas negras que están ahí. Y de ahí yo cojo a calderitos para un cubo, y del cubo para ese tanque”.
¿Todavía no le llega a la pila?
–No, a mi acometida más nunca ha entrado, y yo entregué esta casa con el agua. Como yo estaba en Guanabacoa, desbarataron todo eso ahí y así mismo lo dejaron.
¿Y las ventanas, Felipa?
–Ah, me las desbarataron, se caían para allá. Logré hace dos meses, porque venía Bruno [Rodríguez Parrilla], ese mismo día me pusieron un soldador aquí. Entonces el soldador ahí, yo ni abrí la puerta, le dije: “Te dejo ahí, porque no estoy para nada, ni quiero hablar más, ni más mentiras, ni más cuentos aquí”.
¿Y usted sabe por qué están parados ahora?
–Ni nos lo comunicaron en una reunión. La semana pasada llamé al eléctrico que pusieron aquí en la obra, porque hemos hecho relaciones amistosas con muchos de ellos, y le digo: “Eléctrico, ¿cuándo vienes? Hace como dos o tres días no te veo”. Y dice: “No, muchacha, si ya a nosotros nos hicieron una reunión y todo, que las fábricas de cemento estaban paradas o cerradas, y el presupuesto”. Porque lo del presupuesto se viene diciendo hace rato. Hay líos, hay cosas, que yo no soy la más indicada para hablarles.
El hecho es que la obra está parada.
–Y dígole yo: “Pero, cómo”. Y me dice: “Sí, ya nos reunieron”. “Ay, pero a nosotros no nos han dicho nada”, le repliqué.
A ustedes los vecinos no los reunieron.
–No, que yo sepa… El caso es que a nosotros no nos hicieron una reunión. Cuando el eléctrico me dijo eso, yo salí y se lo comenté a algunos vecinos y dije, “¿pero cómo es esto?”. Dice que una mitad va para Boyeros y la otra para Mayabeque, que el presupuesto, que la fábrica de cemento cerrada… A nosotros no nos han comunicado nada. Nos debían haber comunicado algo, porque somos sus clientes, somos una obra social.
¿Cuántas viviendas hay en Las Margaritas?
–Son como 34 o 35, quizá algunas más, porque aquí las familias se incrementaron, vinieron las divisiones: tú para allá, yo para acá. Se me olvidaba esa parte, hay tres casas que no han sido tocadas. ¿Cómo se van a ir así sin decir nada ni hacer una reunión?
“Después, al otro día de haberme enterado, vinieron unos ahí y ya más o menos la gente se fue enterando, pero nosotros no sabíamos nada. En conclusión, venían a buscarlos los camiones para presentarlos, ayer vinieron dos a buscar las herramientas que estaban ahí, y me dicen: ‘No es para Boyeros, es para Marianao y Mayabeque’. Entonces yo digo: ‘¿Tienen material o no? Porque vinieron unos que dijeron que ahí no había material’. Dicen: ‘Bueno, en Mayabeque sí, porque es donde está la concentración de no sé qué’.
“No es solamente cosas mal hechas, también tres casas sin tocar, además de las aguas obstruidas. Hay problemas de todo. ¿Dónde está el presupuesto que se dice que dieron para esto?”.
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Juana, medio siglo en el barrio, “que si no me tocaba”
Juana Rodríguez vive en Las Margaritas hace mucho. “Mis hijos son nacidos y criados aquí. La mayor tiene 41 años y yo llevo más de 50 aquí”.
La casa donde vive es una de las que no ha recibido ninguna reparación constructiva.
“Desde que empezaron, dijeron que yo tengo una colindancia que hace más de 15 años dio la gente de Vivienda. Que si no me tocaba, que si tenía que reclamar… Un usufructo gratuito es de quien lo vive, es una ley de toda una vida.
“En conclusión, mi casa no la han tocado. Las paredes de mi casa me las dejaron en medio, trabajaron del lado de acá y del lado de allá. A la mía no le han hecho nada.
“Tengo cuatro hijos, todos tienen mujeres, todos tienen hijos, todos viven independientes. Yo trabajo, soy enfermera, acabo de llegar del hospital.
“Mi casa colinda con otro cuarto y a la persona que vivía ahí le dieron casa por los albergues. Más de 15 años. Entonces, mi hijo empezó a arreglar, acomodó un cuartico, no hay condiciones para niños, se tuvo que ir, estoy yo sola. Vinieron a decirme de Vivienda que la persona que vivió hace 15 años ahí tiene derecho a regresar, ¿pero cómo se entiende eso?
“Dicen que mi casa todavía está en litigio con esa colindancia, porque la que vivió ahí hace 15 años dice que tiene derecho a regresar. Desde que llegaron me pidieron dinero, no tengo dinero. Mira que han entrado materiales, porque yo he visto depositar también materiales, y al otro día no hay nada.
“Hay tres casas que no han intervenido y dicen que se van a ir y que no me van a hacer nada, por ese problema de colindancia”.
“A veces nos atrasamos un poco por el tema de los recursos. Pero siempre ha habido una intención marcada de la dirección de la provincia en proteger esas obras, porque estamos hablando de la transformación en barrios, cambiar el lugar para que la gente se sienta mejor”, afirmó Damián Cardonet Oviedo.
Esta es una tarea que “se revisa en el territorio todos los jueves a las cuatro de la tarde, y se chequea en la provincia todos los viernes, dirigida por las principales autoridades, por el primer secretario y el gobernador, y la vicegobernadora chequeando de primera mano todo el tema de los barrios, más las visitas que hace la provincia a esos lugares semanalmente.
“Hay un equipo de trabajo para chequear las acciones en los barrios y cómo va evolucionando la transformación de los mismos”.
Agregó que en todas estas proyecciones se tiene la intención de proteger a las madres con más de tres hijos, que en el municipio son más de 680.
Lo que mal se hace…
Felipa Rodríguez sostiene que a toda la vecindad de esta ciudadela se le debe una explicación.
“De entrada, alguien del Gobierno tenía que haber venido aquí, la lógica lo indica, decirnos: ‘Miren, los trabajadores van a ser trasladados, van para otro par de obras, porque no los podemos tener aquí sin trabajar, porque ellos tienen que percibir su salario. Entonces, vamos a ver la manera de cómo resolvemos esto, ahora no se puede por esto y por esto, se ha tenido que parar por esto’.
“No sé, algo, aquí a nosotros nadie nos vino a decir nada. Si vino algún jefe por allá adelante, por el costado, por algún lado, yo no sé. Organización para informar no ha habido”.
***
Dicen que las primeras impresiones, si bien no son ciento por ciento exactas, tienen un peso. Es como descubrir las cosas en un estado en el que falsearlas es más difícil.
Las Margaritas es hoy una comunidad que tiene aún la oportunidad de reanimarse, florecer, de que mejoren las condiciones de vida de quienes allí viven, gente agradecida de que hasta allí llegase un programa como el de transformación barrial, pero inconformes con la inestabilidad y la calidad de la realización.
Hay voluntad y buenos deseos en algunos, pero en Las Margaritas ha habido desidia o indolencia, chapucería y derroche inexplicable de materiales tan necesarios para tantas familias y casas. Porque, haya muchos o pocos recursos, lo que mal se hace, sale más caro a la larga. Es un cálculo elemental. Solo que cuando hay poco, el mal hecho (a la gente, al país, a la economía) y el gasto son mayores.
Que le pregunten a los vecinos de Las Margaritas.
Por: Lisandra Fariñas Acosta, Darío A. Extremera Peregrín, Abel Padrón Padilla