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Estados Unidos, todo contra la economía de Cuba

Estados Unidos como parte de su plan para acabar con la Revolución cubana, le ha ido arriba con toda su fuerza a la entrada de dinero fresco con el sueño de estrangular su economía, vieja aspiración puesta en marcha desde que el 5 de junio de 1959, a tan solo seis meses del triunfo, el senador demócrata por Florida George Smather, propuso una enmienda para reducir la cuota azucarera que Estados Unidos le comprobaba anualmente a la Isla.

Desde aquel momento se iniciaron las incursiones aéreas desde Estados Unidos, con el objetivo de bombardear centrales azucareros cubanos, como las efectuadas el 11 y el 21 de octubre de 1959 en las provincias de Pinar del Río y Camagüey.

En esa línea para privar de divisas a Cuba, los yanquis continuaron sus actos terroristas sobre la primera industria del país, y el 28 y 29 de enero de 1960 cinco aviones, procedentes de los Estados Unidos, bombardearon campos de caña de azúcar en Camagüey y la antigua provincia de Oriente. El 7 de febrero de 1960, otro ataque similar incendió treinta toneladas de caña en Camagüey y realizaron sabotajes en algunos centrales azucareros.

Así se mantuvo la agresión con la intención de evitar, a todo costo, la entrada de divisas que aportaba el azúcar, hasta que el 16 de diciembre de 1960, el presidente Dwight Eisenhower cortó totalmente la compra de azúcar cubana por Estados Unidos.  Dos meses antes, el 19 de octubre, había aplicado a Cuba la Ley de Comercio con el Enemigo, aprobada en el año 1917, la cual dio inicio a la conocida guerra económica, comercial y financiera, compuesta hoy por un amasijo de leyes.

Desde los finales de la década de los años 90 del siglo XX, Cuba inició la apertura al turismo internacional y para ello invirtió cuantiosos recursos en la creación de una infraestructura capaz de competir con otros mercados del Caribe, ofreciendo las mejores playas del mundo por sus aguas cristalinas, arenas limpias y finas, unido a la seguridad, su cultura y paisajes muy atractivos al turismo más exigente.

A la vez, dio entrada a grandes cadenas de turismo extranjeras para administrar los hoteles y brindar su experiencia, incluso estadounidenses durante el gobierno de Barack Obama.

Los vuelos a Cuba de importantes aerolíneas internacionales se incrementaron, compañías de cruceros se sumaron al turismo cubano. Se aprobaron facilidades migratorias de visado, ampliación de aeropuertos, marinas y la terminal de cruceros, adaptándose para atender a los visitantes.

Esto mejoró notablemente la economía cubana, surgieron los emprendedores privados con restaurantes, cafeterías, tiendas de artesanías, renta de casas y habitaciones, fomentando una situación diferente en el país, pero este escenario no resultó del agrado de la mafia terrorista cubana en Miami y llevaron a cabo actos terroristas contra hoteles para atemorizar a los turistas y dañar las instalaciones.

Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, todo cambió bruscamente, al prohibir la entrada de los cruceros, suspender las licencias por las que estadounidenses podían visitar la Isla y aprobó sanciones adicionales contra el 90 % de los hoteles cubanos, centros comerciales e incluso marcas de bebidas refrescantes y de algunos rones.

Las sanciones y multas a las líneas aéreas para que dejen de volar a Cuba han sido múltiples, hasta las que volaban de Cuba   Nicaragua, las campañas contra el servicio hotelero son brutales, sumado a las presiones sobre los turoperadores de los principales emisores de turismo a la Isla. Es todo un mecanismo completo que llega hasta las reclamaciones de supuestos herederos cubanos radicados en Estados Unidos, de terrenos donde fueron construidos hoteles, a partir de que Trump, presionado por Marco Rubio y sus acólitos de la mafia anticubana, dio luz verde al título III de la execrable Ley Helms-Burton.

¿Que pretenden ahora?

Lo que persiguen ahora es la salida de las cadenas hoteleras de Cuba, dada la baja del turismo producto de lo antes descrito.

Ya Meliá inició por primera vez su incursión en Punta Cana, República Dominicana, lugar que aprovecha al máximo la emigración turística de Cuba hacia allá, aunque sus playas se alejan mucho de la calidad de las cubanas.

Según se ha publicado recientemente, Meliá reportó un retroceso en la Isla del 8,3 % en la tarifa media por habitación, del 20,8 % en los ingresos por habitaciones disponibles y una ocupación de solo el  40,5 %, evidente caída en el primer trimestre en la etapa alta del turismo en Cuba.

A esto se une, y no por casualidad, la disminución de los vuelos a la Isla, como son los casos de aerolíneas del Reino Unido, Bélgica y Argentina. El mercado canadiense por ser el primer emisor ha recibido fuertes presiones y las campañas anticubanas se amplifican.

Es tan brutal la maquinaria propagandística que, hasta los cubanos residentes en el exterior, el segundo mayor grupo de visitantes, han tenido una baja significativa por las medidas de terror desatadas en Miami, que llegaron a la amenaza de prohibirle la entrada a los que viajaran al exterior, aunque no fueran a Cuba.

A eso súmele la realidad que sufre la Isla por los apagones, aunque los hoteles no estén afectados.

No por gusto senadores anticubanos como Carlos Gimenez y los principales influencer desde sus programas en Internet, exigen al gobierno cerrar toda entrada de dinero, alimentos y medicinas a Cuba, sin descontar los vuelos, porque el propósito es matar por hambre y enfermedades a todo un pueblo.

Esta situación no la toman en cuenta quienes evalúan la caída del turismo cubano, cuando es parte de una amplia estrategia trazada desde 1960 y refrendada en la Operación Mangosta por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, que afirma sin disimulos:

“La Operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano, que derrocará al régimen comunista e instaurar un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz. La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

Nada ha cambiado, pues el fin es desembarcar al ejército yanqui para “ayudar” a los cubanos a controlar la situación y “salvarlo del fracasado comunismo”.

¿Qué pasaría en México o República Dominicana, si mañana Estados Unidos decide hacerles una campaña de que existe inseguridad para los turistas, debido a los tiroteos de las bandas de narcotraficantes, no les permiten comprar insumos con dólares, ni hacer transferencias bancarias, le sancionan a sus hoteles, más otras medidas de guerra económica, similares a la que sufre Cuba, para provocar una sublevación popular contra el gobierno?

No se equivocó José Martí cuando expresó:

“Impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Redacción Razones de Cuba

Trabajos periodísticos que revelan la continuidad de las acciones contra Cuba desde los Estados Unidos.

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