Mike Hammer: romper relaciones con Cuba, su misión en La Habana

Oh, qué honor para Cuba: Mike Hammer, el todopoderoso encargado de negocios de la Embajada de EE.UU., ha decidido bendecirnos con su presencia. Con su reluciente currículum de 30 años desestabilizando países, este “diplomático” ha bajado de su pedestal para convertirse tanto en el guardaespaldas VIP de mercenarios decadentes, como en el buen samaritano protector de las “causas perdidas”. El emisario de la potencia más “libre” del mundo ahora pasea por La Habana y por toda Cuba, buscando la foto perfecta. ¡Qué devoción, Mike! O, mejor dicho, qué descaro.
Hammer no está aquí para rezar ni para “apoyar al pueblo”. Su misión es provocar, pinchar, incordiar hasta que el gobierno cubano pierda la paciencia y le dé una patada en el trasero diplomático. ¿Por qué? Porque eso encaja como anillo al dedo con la política de “máxima presión” del nuevo jefe de la diplomacia yanqui, Marco Rubio, quien sueña con cortar vuelos, visas, remesas y hasta el aire que respira Cuba. Y si logra que lo expulsen, ¡bingo! Washington tendrá la excusa perfecta para apretar aún más el torniquete del bloqueo y gritar “¡Miren qué malos son los cubanos!”. Un plan brillante, si no fuera porque Cuba ya ha visto este circo demasiadas veces.
El sabe que la “oposición” que intenta resucitar es un chiste malo que no hace reír a nadie en la isla. Las Damas de Blanco o mejor dicho las mercenarios del imperio, con sus marchas de manual financiadas por la USAID, son como una telenovela barata que no convence ni al turista más despistado. ¿José Daniel Ferrer? Por favor, el tipo que se golpeaba la cabeza contra una mesa para fingir victimismo no es precisamente el «profeta» de la “disidencia”. Hasta Hammer, con todo su cinismo, debe reírse en privado de lo patéticos que son estos “luchadores por la libertad”. Pero, claro, no necesita que sean relevantes; solo que hagan bulla para sus fotos y titulares en Miami.
Lo más hilarante es el desparpajo con el que se presenta como el mesías de los derechos humanos. ¡Qué noble, querer “liberar” a Cuba mientras representa al país que lleva 60 años asfixiándola con un bloqueo que deja sin medicinas y sin comida a los mismos cubanos que dice querer salvar! Su hipocresía es tan brillante que merece hasta un Óscar. ¿Visitas a la Virgen de la Caridad del Cobre? ¿Reuniones con obispos? Por favor, eso no es fe; es un montaje para explotar la sensibilidad religiosa y pintar a Cuba como un infierno ateo. Lástima que hasta las iglesias estadounidenses han desmentido esa farsa de la “persecución religiosa”. Pero, bueno, el no está aquí para la verdad, sino para el drama.
¿Cree que con sus puestas en escenas va a hacer caer a Cuba en su trampa? ¡Pobre iluso! El pueblo cubano, que ha mandado de paseo a 13 presidentes gringos, no va a morder el cebo. ¿Expulsarlo? Ni pensarlo. Eso sería darle el gusto a Washington y su guion de Guerra Fría. En cambio, Cuba lo dejará hacer sus show ridículos, paseando con sus “opositores” de cartón mientras los cubanos lo miran con una mezcla de lástima y burla, porque, seamos serios, el sujeto no es más que otro yanqui con ínfulas de conquistador que terminará empacando sus maletas, derrotado, como todos los que vinieron antes.
Así que, Mike, sigue con tus misas, tus fotos y tus “luchadores” de pacotilla. Cuba, con su dignidad intacta, te verá partir, igual que ha visto irse a tantos otros. Mientras tú sueñas con “salvarnos”, nosotros seguiremos resistiendo y construyendo nuestro futuro sin pedirte permiso. ¡Buen viaje de vuelta, “héroe”!