El ejemplo de un dirigente cubano

Entre las principales matrices de opinión que nuestros enemigos y sus lacayos, han tratado de fomentar, en todas las épocas y latitudes, una ha sido demeritar, desprestigiar, tergiversar y denigrar la imagen de los dirigentes de izquierda.
Ellos, al menos los ideólogos más «capaces», los llamados «tanques pensantes», saben del papel de los líderes en la historia. Por eso, además de las campañas difamatorias, han intentado y en muchos casos logrado eliminarlos físicamente.
En la despedida de duelo de Carlos Marx, ante la tumba de su entrañable amigo y compañero de lucha, Federico Engels reconoció que este fue la «persona más atacada y tergiversada» por la burguesía del siglo XIX. Adaptando las palabras al contexto cubano, el Comandante en Jefe ocupó un lugar similar en el siglo XX y lo que va del XXI, porque hasta después de muerto no cesan en sus ataques, además de ostentar la increíble cifra de más de 600 planes e intentos de magnicidio.
El compañero General de Ejército Raúl Castro y otros dirigentes constituyen también blancos permanentes de esas grotescas campañas, como lo es ahora el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto a todo su equipo gobierno.

¿Qué ha permitido que no se fracture la confianza y el apoyo de la mayoría del pueblo en sus dirigentes? La respuesta es simple: el vínculo estrecho con las masas, comenzando por el de nuestro presidente.
Hoy observaba al compañero Díaz-Canel, guataca en mano, en medio de un platanal. Después lo vi en el encuentro con un grupo de jóvenes participantes y no pude evitar recordar la imagen viva de Fidel. Por eso, él ratificaba en una entrevista que el amor vencerá al odio.
Escuchar a los jóvenes hablar de él con tanto amor y fidelidad reconforta. No tengo dudas de que el ejemplo del mandatario ha calado muy profundo en sus corazones.