Era un domingo. Cuando escuchamos las primeras noticias dejó de ser tranquilo y estuvimos alerta de lo que podía pasar, la decisión que teníamos que asumir, todo por defender lo nuestro.
A otros nos correspondió asegurar la retaguardia de quienes debían estar en primera fila. No podíamos perder lo conquistado. Comprendimos que la tranquilidad y la paz de un pueblo no tienen precio. Como dicen los más viejos, «nadie sabe lo que tiene, hasta que no lo pierde». Nosotros no vamos a permitir que este proverbio se cumpla. En ello va la dignidad de mujeres y hombres honestos, la vergüenza de los que cada día siguen confiando en que un futuro mejor tiene que ser posible.
Con la violencia solo se consigue dolor y muerte. No se incrementan los recursos de un país, si usted destruye, saquea, golpea…
Seguiremos buscando alternativas, discutiendo nuestras opiniones y convocando a hacer mejor lo que nos toca a todos. Hay que ser más eficientes, profesionales, debatir mucho con cultura y respeto.
Recordemos que este julio son mínimas las cifras de enfermos por COVID 19. Merecen disfrutar nuestros médicos, los que estuvieron en Zona Roja, quienes pesquisaron en el barrio, los choferes que los trasladaron al centro de aislamiento…
La paz y la tranquilidad es necesaria. No somos un pueblo violento. Nosotros hemos apoyado la paz en muchas partes del mundo. “Un pueblo como este”, en palabras de nuestro eterno Comandante, “merece un lugar en la historia. Un pueblo como este merece la victoria”.
