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Un patakí de libertad

Amanece y camino por las calles de mi Habana. El sonido de las aves me acompaña. El claxon de los automóviles nos choca en los oídos. Veo a mi gente salir a trabajar en busca del sustento familiar. Se escuchan saludos de buenos días, como si todos se conociesen.

Estoy sin dudas en Cuba, país donde todos somos familia, donde cada cual comparte lo que tiene sin pensar con qué se quedará. En el barrio suena una canción y todos salen a bailar. En las colas se hacen amigos, incluso nacen grupos de WhatsApp o Facebook.

Llego al médico y me reciben con una sonrisa de alba, atentos a todo. Llevo a mi sobrino a la escuela, el Himno Nacional nos recibe. Todos se ponen atentos. Los pioneros, con la fuerza que los caracteriza, saludan la bandera y dicen a viva voz “¡Seremos como el Che!”.

Esta es mi Cuba, “la que no ha sido jamás mercenaria, en la cual resplandece una estrella, con más luz, cuanto más solitaria”.

Un patakí de libertad, dice el grupo Buena Fe, y yo contesto, ¡vivo en libertad! Porque hago lo que me place, porque estudio y tengo el derecho de elegir mi carrera, porque el médico siempre me estará esperando, sin importar si hay insumos médicos o no, y me indicará un tratamiento. Decido lo que quiero y hago lo que quiero, con quien quiero. Porque nadie me golpea ni los niños tienen que ir con chalecos a la escuela. Respiro aire limpio y una familia adorable, que es mi Cuba. No quiero más. Aquí tengo todo lo que necesito.

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