The bad boy

Marco es un Rubio de cabello negro que se cree un «chico malo».
Desea impresionar, pero no tiene con qué.
Un psicoanálisis de su infancia y adolescencia revelaría fuertes manifestaciones de complejo de inferioridad.
Debió haberse visto como un pigmeo de espíritu, como un liliputense de acción útil y virtuosa.
Es una conducta propia de los que abusan de la oportunidad de poder que tienen y se esconden con patética timidez detrás de una incontrolable soberbia, un injustificable rencor, una ridícula altanería y una muy nociva arrogancia.
Quizás fue víctima de bullying escolar.
¿Qué le hizo la Cuba ensangrentada por Batista y los gobiernos ocupacionistas yanquis a los padres de Marco Rubio, para que este, 69 años después, muestre resentimientos crueles hacia el pueblo de Cuba?
Fidel y los jóvenes que le acompañaban, para ese año, (1956), estaban preparando la expedición del yate Granma.
¿Qué le hizo el pueblo cubano a Marco Rubio, desde 1971, fecha en que nació, hasta hoy para merecer los duros castigos que le infligen su odio y cruel desprecio?
Si bien no hay justificaciones humanas, tampoco las hay razonables, con sentido común ni lógicas.
Solo hay egocentrismo y corrupción.
El primero lo lleva a buscar protagonismo, reconocimiento de la Historia, no importa cómo, ya sea como un cómplice de genocidio o como eminencia gris del genocida.
Lo segundo, lo lleva a hacer carrera y fortuna desde los caminos y formas sucias posibles y permisibles en ese decadente y podrido sistema capitalista imperial.
Como senador se unió a las mafias y mafiosos terroristas anticubanos, se vio envuelto en escándalos de corrupción, como su amigo Bob Menéndez, fue el cerebro malévolo de la Política de Máxima Presión contra Cuba, del primer gobierno de Trump.
Es coautor y coauspuciador de las 243 medidas de reforzamiento del bloqueo genocida y criminal contra el pueblo cubano, entre las que sobresalen las tristes negaciones de oxígeno, ventiladores pulmonares, mascarillas, vacunas, kits de dCagnósticos y otros insumos imprescindibles para salvar la vida de los enfermos de covid 19.
Ahora alardea, para «infundir» temor, de haber promovido las «iniciativas» de reingresarnos a la injusta y unilateral lista de países patrocinadores del terrorismo, de volver a activar el Título III de la Ley Helms-Burton, que permite que cualquiera que pague y «le cuadre» puede decir que es dueño de nuestras casas, hospitales, escuelas, fábricas, barrios, ríos, tierras, playas, hoteles, bahías, puertos, termoeléctricas, en fin, de Cuba entera.
Le compite a Trump en la decisión de negar las remesas de cubanos a sus familiares en Cuba.
Pero no nos asombra, del mismo modo que no nos atemoriza.
¿Qué otra cosa se pudiera esperar del chico malo?
Para quien cínica y desalmadamente justifica el criminal Bloqueo contra el país de nacimiento de sus padres y abuelos, que nada malo le hizo a aquellos ni a él, solo le espera, como a otros secretarios de Estado, más «duros» que él, como Hery Kissinger, LA BOCHORNOSA DERROTA.
¡AQUÍ NO SE RINDE NADIE! Tomado Del perfil de Facebook de Albernis Poulot Cumba