Solidaridad: rasgo distintivo de cubanía
Todavía sin borrarse las heroicas imágenes del enfrentamiento al incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, donde se manifestó derroche de solidaridad, incluso internacional, con la decisiva participación de bomberos de las hermanas repúblicas de Venezuela y México, llega el huracán Ian. Con su fuerza destructiva, se ensañó con el occidente del país. Provocó afectaciones extraordinarias al Sistema Electroenergético Nacional, llevándolo a «0» generación de electricidad.
Por consiguiente, existió con un impacto negativo en varios sectores claves de la vida moderna, como la ausencia de conexión a Internet, con ninguna cobertura de la red nacional de telefonía móvil y el sistema de abasto de agua, por solo citar dos impactos negativos de significación, con todo lo que hoy depende de esos servicios vitales a la población.
Muchas horas han transcurrido desde que el huracán comenzó a afectar a la Isla de la Juventud, para después tocar tierra pinareña y literalmente arrasar el territorio vueltabajero, hasta salir al mar y alejarse del territorio nacional.
Cuando el pecho se te aprieta de tanto dolor por los tuyos, como hormigas y abejas laboriosas, brotan de todas partes contingentes de hombres y mujeres para ayudar a los damnificados, con un compromiso unánime: No regresar a sus provincias, hasta que se logre la recuperación total.
Si evaluamos los valores de solidaridad y hermandad forjados por la Revolución cubana en el alma del pueblo, se hace evidente que, por encima de nuestro carácter jovial, dicharachero y jaranero, en la idiosincrasia del cubano sobresale la ayuda mutua, el amor por el prójimo, que se eleva a la inmensidad en estos complejos momentos de elección moral.
Son precisamente esos valores los que nos distinguen y nos hacen capaces de vencer cualquier adversidad.