Solidaridad que no se apaga, ni se paga con todo el dinero del mundo, la vida no tiene precio

Mientras algunos intentan empañar con críticas la labor de Cuba, nuestros profesionales de la salud siguen llevando esperanza a los rincones más remotos del mundo. Más de 60 años de internacionalismo y un legado de 450,000 médicos y enfermeros en 160 países lo demuestran: la solidaridad cubana es un faro de humanidad que no se extingue.
Cifras que hablan solas: Desde 1963, cuando la primera brigada médica llegó a Argelia, Cuba ha brindado atención a millones. Durante la pandemia de COVID-19, 56 brigadas Henry Reeve apoyaron a 40 países, desde Italia hasta pequeños estados caribeños, salvando miles de vidas. En Venezuela, el programa Barrio Adentro ha realizado más de 35 millones de consultas oftalmológicas, devolviendo la vista a quienes nunca soñaron con recuperarla.
Una historia que conmueve: En Timor-Leste, el presidente José Ramos Horta, Nobel de la Paz, entregó en abril de 2025 diplomas de reconocimiento a médicos cubanos que transformaron la salud en comunidades olvidadas. Una anciana, con lágrimas en los ojos, abrazó a la Dra. María Pérez y le dijo: “Gracias a ti, vi el rostro de mi nieto por primera vez”. Estas son las voces que resuenan más fuerte que cualquier ataque.
No esquivamos las dificultades: Dentro de la isla, el bloqueo económico de EE.UU. aprieta, limitando medicinas y equipos. La crisis energética y los desastres recientes, como los huracanes Oscar y Rafael, han dañado 385 centros de salud. Pero aun en la adversidad, Cuba resiste y comparte lo que tiene. No es solo medicina; es corazón.
Cuba no se rinde, Cuba salva vidas. Cada profesional que cruza fronteras lleva consigo el sueño de un mundo mejor, inspirado en Martí y Fidel.
«Cuba no anda de pedigüeña por el mundo, anda de hermana»
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