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¿Por qué tanto odio al comunismo?

En el periódico Granma, del pasado 29 de abril, aparece un artículo titulado “Réquiem por el anticomunismo en las escuelas de la Florida”.

Resulta que todo se debe a que el gobernador de este lugar de los Estados Unidos de América, Ron DeSantis, promulgó una ley mediante la cual se obliga al estudio del anticomunismo, en las escuelas primarias de ese estado.

Según dijo, los estudiantes aprenderán sobre las “atrocidades del comunismo”.

¿A qué le temen? ¿Cuál es su preocupación? ¿Será posible que, por ley, se pretenda borrar algo que ni los años, ni las más furibundas campañas, mentiras, calumnias y difamaciones han podido borrar?

¿Será posible ignorar que el comunismo se sustenta en un conjunto de ideas, principios, leyes, verdades y conceptos, cuya validez y objetividad la vida se ha encargado de corroborar?

¿Alguien podría demostrar que el comunismo y los sólidos argumentos que dieron sus fundadores, Marx, Engels y Lenin, no son rigurosamente ciertos?

¿Alguien puede negar que la fuente de donde se enriquecen los señores capitalistas no es sino mediante la obtención de la plusvalía? Es decir, del fruto del trabajo no pagado o no retribuido a los trabajadores.

Solo un ignorante podría negar la contradicción, irreconciliable, que existe entre la clase burguesa, dueña de los medios de producción, y por lo tanto dueña de los grandes privilegios y beneficios sociales, económicos y políticos de la sociedad capitalista y, la clase obrera, brutalmente explotada y privada de las más elementales condiciones para su vida y su trabajo.

¿Quién podría negar la validez del materialismo dialectico e histórico, como método científico para el análisis del decurso histórico de la humanidad?

No hay dudas de que ellos, los enemigos del comunismo, temen a esa doctrina, que no anda con rodeos para denunciar, en cualquier tribuna, las incongruencias, contradicciones, abusos, mentiras, crímenes y doble rasero que aplican para tratar de justificar sus intereses egoístas y miserables.

Ni leyes para enseñar el anticomunismo, ni campañas para tergiversar su esencia y contenido, podrán contra esta ciencia en la cual creemos miles y millones de personas en todo el mundo. 

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