Papel de las nuevas tecnologías para subvertir países (Parte 1)
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El siglo XXI ha nacido en el esplendor de una vertiginosa y acelerada revolución de la ciencia y la tecnología, en especial en la esfera de las infocomunicaciones. Los analistas norteamericanos Richard A. Clarke y Robert K. Knake, en su obra Guerra en la red. Los nuevos campos de batalla, definen como campo de batalla del siglo XXI, el ciberespacio:
La palabra sugiere otra dimensión, quizás una hecha de luz verde y columnas de números y símbolos brillantes flotando en medio de la nada como en la película The Matrix. El ciberespacio, sin embargo, es en realidad mucho más mundano. Es el portátil que sus hijos llevan a la escuela y el ordenador de sobremesa que tiene en el despacho. Es un edificio gris y desprovisto de ventanas en el centro de una ciudad y una tubería subterránea que recorre sus calles. Está en todos los lugares en los que hay un ordenador o un procesador o un cable que conecta a uno.
Y ahora es una zona de guerra en la que se pelearán muchas de las batallas decisivas del siglo XXI.
Los enormes y bien provistos ejércitos imperiales cuentan hoy con poderosas armas tecnológicas. Al decir de Luis Brito García, «sus cañones son los medios de comunicación de masas; sus proyectiles, las ideologías».
Está documentado que el Grupo de Acción Política (Gap), realiza acciones que incluyen la creación de estructuras de comunicaciones y acceso a internet en los países o regiones objetivo de la agresión que, a su vez, contratan laboratorios de investigación que utilizan el big data, la minería de datos, para sectorizar la influencia en las redes sociales contra determinado sector sobre el que quieren influir. También contratan especialistas (netcenters) en propaganda negra y sicarios digitales encargados del asesinato del carácter, el ciberacoso de figuras públicas, funcionarios del gobierno, etc.
Tales campañas pretenden sembrar la falta de fe en el ser humano y sus posibilidades, en tanto exaltan el cinismo y el egocentrismo, además de subordinar los hechos a las habilidades emocionales del manipulador, a su capacidad de actuar, de dramatizar la mentira.
Golpes “suaves y presión internacional
La promoción del caos interno se hace acompañar de una gran presión internacional de exhortación al respeto de los derechos humanos de los manifestantes, para asfixiar al gobierno víctima del ataque y arrastrar a otros sectores a las acciones callejeras.
Otro elemento de la campaña internacional es la negación de la naturaleza democrática del gobierno, denunciando que se origina en un fraude electoral, sin consenso, y que, por lo tanto, es ilegítimo, represivo, antipopular, en fin, una dictadura.
Los grandes medios construyen una falsa realidad del país víctima de la «revolución», presentando a la opinión pública mundial una situación de ingobernabilidad y caos.
Así se manifiestan los llamados «golpes suaves». Sus esencias, descritas en
el artículo Golpe suave: estrategia de Estados Unidos de América (E.U.A), para cambiar sistemas.
Las revoluciones de colores, golpes suaves o golpes blandos son, en realidad, un mecanismo de intervención extranjera indirecta, creado por la CIA para, en las nuevas condiciones geopolíticas de finales del siglo XX y principios del XXI, aplicar, con la menor cantidad de pérdidas posibles, la vieja política de cambio de sistema social en aquellos países que revisten algún objetivo estratégico para EE.UU.
Así, las plataformas digitales han devenido pilar indispensable para quienes, desde el exterior, articulan este tipo de acciones. Grupos de WhatsApp, canales de Telegram o perfiles de Facebook, se convierten en la vía de contacto para la convocatoria, aunque sus promotores muchas veces ocultan sus identidades.
Los planes conciben una previsible reacción de las fuerzas del orden, el respaldo popular a los implicados, así como la amplificación mediática de los incidentes.
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