Es complicado, y hasta se les puede entender, pero no aceptar.
Cualquiera de los candidatos que gane las próximas elecciones en América del Norte tendrá que lidiar con Putin, quien fue elegido presidente para los próximos 6 años por abrumadora mayoría. En cualquier caso los rebasará en el tiempo, no es lo mismo cuatro años que seis en materia de influencia universal.
Aunque la OTAN continúe machucando en hierro frío, con pretendidas aspiraciones de expansión, tendrá las garras del oso dispuestas para no dejarles campear. China es un hueso duro y las potencias emergentes del Asia-Pacífico estarán por el equilibrio más que por la conflagración con dos poderosos aliados que han planteado a Europa la posibilidad de sendas rutas de la seda, que no solo trasvasará seda de un lado al otro de los Dardanelos, también petróleo y gas, por citar algunas “especias”.
Obviamente Cuba es importante en la fórmula de equilibrio global por su relación histórica, moral y ética con Latinoamérica; por ello, y ante la feroz campaña electoral que se avecina, quitarse la isla comunista del camino —o al menos desestabilizarla para ganarse el favor de un importante nicho de votos— es prioridad para la poderosa maquinaria imperialista vecina y esta vez han activado todos los mecanismos y resortes, aprovechando la situación que han creado con precisión de relojería, especialmente desde hace unos años, con la ayuda de los tejidos sociales digitales y sus infinitos entramados.
Florida, ahora convertida al republicanismo, y arañando los votos de la comunidad latina (empleada en mayoría por patronos cubanos), ha activado la oprobiosa legión de títeres para “calentar la pista” e intentar desplomar el “régimen” antes que rusos y demás se empeñen a fondo en proteger la estabilidad regional.
Es muy fácil darse cuenta que los norteamericanos saben que el socialismo caribeño rebasará al próximo anciano presidente que sea elegido, cuando menos por la vía natural. Van trece POTUS en 65 años y todos han intentado sacar lasca electoral para sí y para el partido en el que militan.
Es complicado y hasta se les puede entender, que lanzar a los cubanos de la isla a las calles y dar la sensación de que les queda poco (créanme que no les conviene el cambio radical de régimen en Cuba porque se les acaba el negocio, por ello subrayo “dar la sensación”) favorecería a Trump, ese candidato que fue presidente y afrentó la democracia de las democracias.
Inmorales son todos los que se prestan a un juego de tronos macabro, sabiendo que son piezas intrascendentes de la poderosa maquinaria norteamericana, que basa sus pretensiones de dominación en el genocidio y el exterminio de los cubanos y de cualquier raza que se les interponga, ejemplos sobran.
El documento publicado por el MINREX ha sido lapidario, por ello lo han tratado de mascar y lo han tenido que escupir, es demasiado duro.
Aquí yace una verdad inquebrantable:
Si el gobierno de los Estados Unidos tuviera una preocupación mínima y honesta sobre el bienestar de la población cubana, sacaría a Cuba de la lista arbitraria de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo; pondría fin a la persecución de los suministros de combustible que requiere importar el país; dejaría de perseguir cada transacción financiera de Cuba en el mundo; pondría fin a la grosera persecución contra los programas de cooperación médica de Cuba en el mundo; dejaría de intimidar a empresarios, visitantes, artistas y toda persona que sienta el interés y el derecho de interactuar con el pueblo cubano.
Tampoco los tontos útiles se atreven a aceptar las verdades escritas en el párrafo citado. Siempre andan demasiado apurados jorobando la pita y el lomo.
Hay algo que no acaban de aquilatar, a pesar de los pesares que nos han cargado con el bloqueo inhumano (atrévanse a quitarlo para demostrar que no es culpa del bloqueo nuestro mal mayor), No nos vamos a rendir, porque las necesidades pasan, pero la vergüenza de arrodillarnos jamás… y viene Ignacio Agramonte —en ese ilimitado arsenal ideológico que enorgullece y afianza— para asistirnos.
