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Los ingratos

La libertad de pensamiento es un derecho que se encuentra refrendado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que Cuba son cumplidos en nuestro país. Por lo tanto, cualquier ciudadano puede pensar libremente lo que quiera. No tenemos porqué pensar y actuar todos por igual. Lo que no se puede tolerar es que en virtud de ese derecho, ciertas personas, se tomen la potestad de quebrantar las leyes establecidas en el país, haciendo cosas que resultan violatorias de las normas jurídicas establecidas en la nación.

Cuando leo por las redes sociales, todo un grupo de notas, mensajes, artículos, discursos u otras publicaciones en contra de la Revolución o atacando cuestiones importantes que se han logrado en estos más de 60 años, algunos que incluso claman por una intervención militar en nuestra Isla, y que muchas veces son jóvenes que se fueron del país luego de haber alcanzado un nivel escolar medio superior, una carrera universitaria, una profesión o un oficio, no puedo menos que sentir desprecio .

En este país cualquiera es libre de migrar a cualquier país que esté en disposición de aceptarlo, el gobierno cubano no se lo impide ni se lo prohíbe, ese es un derecho que todos tienen. Eso yo no lo critico, pero una vez que están fuera, ponerse a denigrar nuestro sistema político y social, el que nos hemos dado nosotros mismos, por voluntad libre y soberana, creo que es una verdadera ingratitud, porque si ellos hoy tienen un elevado nivel escolar o profesional, fue porque lo alcanzaron aquí. Habría que preguntarle cuánto le costó a él o a su familia alcanzar ese nivel. También habría que preguntarle cuánto les costó la preservación de su salud.  Todos sabemos que nada les costó, porque aquí todo eso es gratuito.

En este país cualquiera es libre de migrar a cualquier país que esté en disposición de aceptarlo, el gobierno cubano no se lo impide ni se lo prohíbe, ese es un derecho que todos tienen. Eso yo no lo critico, pero una vez que están fuera, ponerse a denigrar nuestro sistema político y social, el que nos hemos dado nosotros mismos, por voluntad libre y soberana, creo que es una verdadera ingratitud, porque si ellos hoy tienen un elevado nivel escolar o profesional, fue porque lo alcanzaron aquí. Habría que preguntarle cuánto le costó a él o a su familia alcanzar ese nivel. También habría que preguntarle cuánto les costó la preservación de su salud.  Todos sabemos que nada les costó, porque aquí todo eso es gratuito.

Pienso que quien posea un mínimo de honradez y sinceridad en su conducta, lo menos que puede hacer es agradecer esos beneficios de los cuales disfrutó en este, su país de nacimiento.

No reconocerlo y pronunciarse con odio y desdén hacia su Patria, la que le proporcionó la preparación y la salud que les acompañan hoy, es, sencillamente, un mal agradecido y como sentenció el Libertador Simón Bolivar, “la ingratitud es el mayor crimen que puede cometer una persona”.

No siento desprecio hacia quien abandona el país, derecho que cualquiera tiene, pero si lo siento por quienes son ingratos y no reconocen lo que por ellos hizo la nación cubana.

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