fbpx
ESPECIALES

La Juventud Revolucionaria: Legado y futuro en la huella de Fidel Castro

Un homenaje a la juventud cubana en el legado de Fidel Castro, destacando la importancia de la revolución, el compromiso social y la construcción de un futuro solidario y soberano en Cuba.

Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, compañeros de la dirección del país que nos acompañan, queridos jóvenes:

Es emocionante observar tanto fervor revolucionario en esta emblemática Escalinata de la Universidad de La Habana y percibir como distintas generaciones de cubanos patriotas nos entrelazamos y unimos para rendir homenaje al invencible Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Han sido muchas las muestras de respeto, cariño y agradecimiento que desde cada rincón de Cuba se han realizado ya en su nombre. Nos enorgullece saberlo presente entre todos y que hoy multipliquemos su imagen por todo el mundo.

Confieso que me gustan más las imágenes de Fidel joven, y no digo las del veinteañero luciendo una chaqueta, las del mozalbete con el balón en las manos, presto a encestar la pelota; o las del muchacho en las calles revueltas de Colombia durante el Bogotazo.

La verdad, esas fotografías son únicas y sí, retratan la juventud de quien se adentraba en las tempestades de la política y ¡claro que son hermosas! Más siento devoción por esas reproducciones que lo devuelven ya con unos años más y envuelto en la vorágine de una Revolución de innegable signo juvenil como hasta hoy.

Entonces, el líder de la epopeya cubana ya avanzaba en las décadas de vida y a la luz del tiempo no era el mozo estudiante de Derecho que se volvió revolucionario en esta colina universitaria, el muchacho del Moncada, el temerario del Granma o el guerrillero de la Sierra Maestra. Son las imágenes de barba ya encanecida las que acompañaron mi infancia y adolescencia. Pura poesía para quienes tuvimos el privilegio de compartir un espacio de época con este ser universal y superior.

A la altura de esas ocasiones, Fidel era aún un hombre joven, o mejor, un revolucionario eternamente joven. Y es que mientras el almanaque nos revelaba la evidente transformación física, las circunstancias nos devolvían la realidad de quien mantenía un pensamiento fresco, creador, lleno de vitalidad.

Lo siento conversar con campesinos o absorto en la lectura de un libro, o en febril diálogo con los cubanos, pensativo, con su habitual gesto con las manos, sonriendo, indicando, cortando caña…; pocas veces posando y, en algunas, no muy conocidas, más íntimo y revelador. Fidel, anclado al presente y catapultado al futuro por cineastas, fotógrafos, historiadores, periodistas, escritores… un pueblo.

Se hizo abogado para defender a los humildes, causa aparentemente indefendible en aquella Cuba que lucraba hasta con su futuro. Asaltó un cuartel, casi con las mismas probabilidades de salir libre o mártir y se aferró al Apóstol en el año de su centenario, porque traiga en el corazón sus doctrinas. Armó una expedición, en la que 82 hombres a bordo debían hacer tambalear un país y aun con 12 reagrupados bajo Cinco Palmas siguió creyendo que eran suficientes. Atravesó la Isla esquivando las ráfagas de las avionetas y siempre le asistió la fuerza moral para conducir la nación independiente.

Treinta y dos años y una Revolución salida del horno, hirviendo todavía, le hubieran cortado el aliento al más barbudo de los rebeldes, porque ni el llano era la sierra ni, un ejército, un país; pero los desafíos suelen convertirse en propósitos a esa edad en la que nada parece imposible.

Cuando desafiar la injusticia y el oprobio eran las palabras de orden de una generación, Fidel vino a esta Escalinata; cuando parecía que la memoria del Apóstol se esfumaría para siempre, Fidel desde este mismo lugar prendió la antorcha que iluminó un camino distinto y digno; cuando la victoria fue cierta y el odio de los enemigos acudía tratando de apagar una obra de la revolución, él regresaba a este sitio, se fundía con los jóvenes y al frente de ellos desafiaba los retos.

Fidel coqueteó con la estirpe de la eterna juventud, que es dada a la Revolución constante de ideas. Tan eterno, lo avivaría un pueblo en pleno después, cuando al pasar de los años no menguaba su vitalidad y discursaba por horas y leía sin tregua si debía ir de un lugar a otro porque padecía la extrañísima cualidad de estar en todas partes, del ciclón al cañaveral en un santiamén, de un proyecto científico a una escuelita, de un país hermano a la escalerilla del avión recibiendo a los amigos que terminarían siendo un país.

Así se perpetuaba Fidel; otra vez, convirtiendo los reveses en victoria. Con el mito de lo infatigable, lo incansable, lo imposible…, con la actitud desafiante que tiende a imputárseles, sobre todo, a los jóvenes.

Entonces:

¿Cómo ser ahora como el joven Fidel?

¿De qué forma comprender su infinito talento, capacidad intelectual y, ante todo, su fuerza revolucionaria para unir y crear nuevos cimientos?

¿Cómo profundizar en la proeza de este joven?

¿Cómo acompañar su grandeza casi profética?

¿Cómo hacer de nuestra Cuba, un pueblo siempre joven?

Necesitamos, asumir la visión infrarroja de Fidel que le permitía ver donde nadie alcanzaba. Predecir futuros y oportunidades desde la fuerza de la imaginación que supere imprevistos.

Debemos ser jóvenes de pasión exclusiva para enfrentar adversidades, sin jamás perder esperanzas. Debemos ser talentosos, amigos, sensibles, solidarios, resolutivos. Provocativos de verdades y soluciones. De fuerte ideología, de defensa a ultranza de nuestras razones; promotores de un sentimiento antimperialista a la altura de Mella, Villena, Melba, Celia, el Che, de nuestro Raúl de pie en el estribo o nuestros guías de hoy que siempre nos acompañan.

Necesariamente somos la generación a la que le corresponde desenmascarar posturas falsas que hoy tratan de imponernos, somos los que debemos identificar y combatir a los mercenarios que tratan de mostrar una Cuba sin futuro y acabada.

Esta juventud no cree en anexionismo, en derrotismo o lamentos. Esta es una juventud que cree en la verdadera y definitiva Revolución, que conoce de necesidades, de carencias, pero que jamás abandona una causa o un hermano. Nos mueven la dignidad, el compromiso, el pensamiento, la justicia, la equidad y el desarrollo.

Somos una generación que hemos encontrado nuestro Moncada y que también escribimos nuestra historia. Esa que está en cada liniero que recupera el desastre del huracán, en cada médico que salva vidas, en cada maestro que cultiva valores…, en los obreros, en los científicos y en los estudiantes hay batallas cotidianas, que enfrentamos con patriotismo.

De Fidel aprendimos a ser libres, él y su generación nos entregaron una obra que jamás dejaremos caer y que nos corresponde enaltecer, en estas nuevas condiciones. Las experiencias de tantos cubanos que hemos sufrido cada día el más cruel y genocida bloqueo no nos arrancará el valor de la vida, de la poesía y la ilusión de crecer en una Isla alegre. Jamás volveremos a ser colonia de nadie, no nos doblegaremos ni claudicaremos por un solo momento.

Queridos jóvenes:

Sigamos construyendo la Cuba Solidaria, la Cuba que vela por la paz, que asume la integración latinoamericana y que defiende la unidad de principios e ideas desde la defensa del carácter irrevocable de nuestra Revolución.

Solo así perpetuaremos al Fidel eterno, al Fidel siempre joven que nos guía para ser también de Cuba una eterna nación joven.

¡Viva Fidel!

¡Viva Cuba siempre joven!

Redacción Razones de Cuba

Trabajos periodísticos que revelan la continuidad de las acciones contra Cuba desde los Estados Unidos.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba