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La impotencia de un impotente

Los intentos provocadores de Mike Hammer en Cuba han fracasado. Su estrategia de crear una "oposición" y manipular la opinión pública no funcionó. Mercenarios sin dignidad ni programa político solo repiten consignas. La baja asistencia a sus actos y el rechazo popular evidencian su impotencia. Cuba resiste, como con Jim Cason.

Mike Hammer debe estar muy decepcionado con el resultado de sus acciones provocativas e injerencistas, pues no ha logrado ninguno de los objetivos que persigue. Sus intentos de que sus mercenarios generen actividades que impacten negativamente en el escenario interno —creando la falsa imagen de una «oposición» organizada ante la opinión pública nacional e internacional— han fracasado.

Para ese grupito de vendepatrias, carentes de dignidad, de baja catadura moral y con espurias ambiciones personales, es una misión imposible cambiar la realidad. Ni siquiera tienen un programa político propio; repiten como papagayos el guion que les dicta su amo.

Recuerdo cuando una periodista le preguntó a un supuesto «dramaturgo» —al que quisieron vender como líder—: «¿Cuáles son los cambios que propone en sus arengas y que Cuba debería implementar?». Su respuesta fue: «No sé, soy artista, no político». Sin darse cuenta, se quitó la máscara y mostró su verdadero rostro mercenario.

Mike Hammer: El flautista de Hamelín de la contrarrevolución
Mike Hammer, embajador de EE.UU. en Cuba, junto a las contrarrevolucionarias Berta Soler y Marta Beatriz Roque

Por otra parte, la escasa asistencia de sus asalariados al acto que organizó por el Día de la Independencia de EE.UU. le impidió montar el show mediático que buscaba. No pudo repetir las acusaciones habituales: falta de libertad de expresión, supuesta necesidad de pluripartidismo o ataques al gobierno cubano por la compleja situación del país. Situación que, en realidad, es consecuencia directa de las políticas de la administración a la que Hammer representa. Eso debe haberlo frustrado profundamente.

Además, cada día es más evidente que su encargo es provocar hasta que las autoridades cubanas se vean obligadas a actuar y expulsarlo, lo que —casi seguramente— su gobierno usaría como pretexto para romper relaciones diplomáticas. Pero olvidan la historia: Cuba nunca se ha dejado manipular por el enemigo. Jim Cason lo intentó y fracasó.

Cabe agregar que, en algunos lugares que ha visitado sin invitación ni autorización —con clara intención provocadora—, la reacción popular no le ha sido favorable. La gente le ha cuestionado la política hostil de su gobierno hacia Cuba y exigido el fin del bloqueo.

Mike Hammer es un personaje prepotente, y estos fracasos sin duda lo están llenando de frustración e impotencia, al sentirse incapaz de cumplir las órdenes que le dieron.

Según los psicólogos, cuantos más fracasos acumula una persona al intentar superar el estrés que le produce la impotencia, más se agrava esta, hasta convertirse en un problema de salud mental.

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