¡La doctrina Monroe pretende convertir a Cuba en una colonia yanqui!

El destacado periodista Nicolas J. S. Davies ha hecho un repaso a la historia del siglo XX y XXI y demuestra cómo fascistas, dictadores, narcotraficantes y señores de la guerra de todo el globo han gozado del patrocinio de EE.UU. en su implacable lucha por detentar el control mundial.
Esta situación estructura y condiciona en gran medida la mentalidad reaccionaria, racista y ultraderechista de los actuales dirigentes norteamericanos, de los cuales Donald Trump es uno de sus más claros exponentes.
Por ello, no es casual que el régimen fascista de la Casa Blanca haya desempolvado la tenebrosa Doctrina Monroe para consolidar sus hegemónicas ambiciones de apoderarse de América Latina y el Caribe.
Una doctrina imperialista
Hay que subrayar que desde sus inicios la doctrina Monroe y la corriente anexionista de Cuba nacida a su calor fueron combatidas resueltamente por las fuerzas más progresistas de nuestra nacionalidad.
El padre Félix Varela, catedrático de filosofía del Seminario San Carlos de La Habana, del que se dijo “que había revolucionado el pensamiento cubano”, “que era nuestro verdadero civilizador y quien nos enseñó primero a pensar”; fue uno los pensadores que más sobresalió en la primera etapa de las luchas independentistas, desempeñando un papel de primer orden en la gestación de la nacionalidad cubana, opuesto siempre a la corriente anexionista. Varela en uno de sus más contundentes documentos apostilló: “Desearía ver a Cuba tan isla en lo político como lo es en la naturaleza”.
José Antonio Saco, que fue la figura política de mayor alcance teórico y conceptual del movimiento liberal reformista de los años 30 del siglo XIX, combatió el anexionismo desde el exilio y escribió: “la anexión, en último resultado no sería anexión, sino absorción de Cuba por los Estados Unidos”. No es de extrañar que Saco, catalogado como el más brillante opositor al movimiento anexionista de ese entonces afirmara: “nunca inclinaré mi frente ante las rutilantes estrellas del pabellón americano” y pidiera que en su tumba se colocara este epitafio “Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue más cubano que todos los anexionistas”.
Por su parte Carlos Manuel de Céspedes, en carta a Charles Sumner, en 1871, lo dejó claro al expresar: “A la imparcial historia tocará juzgar si el gobierno de esa República ha estado a la altura de su pueblo y de la misión que representa en América; no ya permaneciendo simple espectador indiferente (…) sino prestando apoyo indirecto moral y material al opresor contra el oprimido, al fuerte contra el débil, a la Monarquía contra la República, a la Metrópoli europea contra la Colonia Americana, al esclavista recalcitrante contra el libertador de cientos de miles de esclavos”.
Y qué decir de José Martí, el pensador más profundo y radical de Cuba y la América Latina de su tiempo. El hombre que murió en combate por el bien mayor del hombre, sin poder evitar que los Estados Unidos cayesen “con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América”.
Cuando en 1889 se celebraba la primera conferencia panamericana en Washington, José Martí se refirió a esta doctrina preguntando:
¿A qué invocar, para extender el dominio en América, la doctrina que nació tanto de Monroe como de Canning, para impedir en América el dominio extranjero, para asegurar a la libertad un continente? ¿O se ha de invocar el dogma contra un extranjero para traer a otro? ¿O se quita la extranjería, que está en el carácter distinto, en los distintos intereses, en los propósitos distintos, por vestirse de libertad, y privar de ella con los hechos, –o porque viene con el extranjero el veneno de los empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles? ¿O se ha de pujar la doctrina con toda su fuerza sobre los pueblos débiles de América, el que tiene al Canadá por el Norte, y a las Guayanas y a Belice por el Sur, y mandó mantener, y mantuvo a España y le permitió volver, a sus propias puertas, al pueblo americano de donde había salido?
¿A qué fingir miedos de España (…)?].
Como puede observarse, Martí comprendió el fondo de la Doctrina Monroe, aquella que se dio a conocer en un momento en que para Estados Unidos era necesario definir su posición imperialista en el continente con vistas al futuro que avizoraban sus líderes. En ello estuvo también el interés por Cuba de manera temprana.
El Titán Antonio Maceo fue muy diáfano cuando en carta al coronel Federico Pérez Carbó, fechada el 14 de julio de 1896, afirmó: “De España jamás esperé nada: siempre nos ha despreciado y sería indigno que se pensase en otra cosa. (…) Tampoco espero nada de los americanos, todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer, sin su ayuda, que contraer deudas de gratitud con el vecino tan poderoso”.
En tanto el Generalísimo Máximo Gómez, calibró también a los americanos al decir que estaban cobrando demasiado caro con la ocupación militar del país, su espontánea intervención en la guerra: “Nadie se explica la ocupación…”, escribió el Generalísimo
Durante la guerra de independencia del 95, la invasión y la tea incendiaria unificaron al país y parecieron eliminar para siempre, junto a la riqueza que lo sustentaba, el proyecto anexionista.
Sin embargo, la intervención norteamericana en la guerra de independencia cubana modificó la situación mucho más allá de las prerrogativas tutoriales impuestas por la Enmienda Platt.
Con arrogancia, el imperio se valió del experimento cubano para sentar las bases del modelo neocolonial para el mundo que se estrenaba en la isla.
¡No se sabe a donde hubiese llegado el país si la revolución no hubiese triunfado el 1 de enero de 1959!
Desde entonces las sucesivas administraciones yanquis han hecho lo imposible por derrocar a la revolución usando contra nuestro pueblo todo tipo de agresiones, de las cuales, el criminal bloqueo económico y financiero que hoy se recrudece con las últimas medidas adoptadas, es un claro ejemplo de su genocida política.
La ley Helms-Burton tiene por objetivo convertir a Cuba en una colonia yanqui
Por citar sólo un aspecto, en su texto íntegro, la ley Helms-Burton formula con toda claridad el diseño de una Cuba neocolonial posrevolucionaria. Tal y como ocurrió bajo la ocupación norteamericana al término de la guerra de independencia, un interventor restaurará las instituciones periclitadas y establecerá los fundamentos jurídicos de la nación mutilada.
Es el modelo aplicado en Iraq con las consecuencias bien conocidas.
Mientras tanto se trata de ablandar toda posible resistencia de nuestro pueblo recurriendo a una intensificación de la subversión ideológica, para lo cual se crean mecanismos, se refuerzan las medidas del genocida bloqueo económico contra Cuba, y se adoptan todo tipo de restricciones diplomáticas para perjudicar el normal flujo migratorio entre ambos países tratando de fomentar el malestar en nuestra ciudadanía.
Las recientes medidas de Trump contra Cuba dan náuseas
En la larga relación de aberradas medidas adoptadas contra nuestro pueblo por el actual gobierno fascista de Washington, la más reciente es de una obscenidad tan descarnada que da náuseas.
Estados Unidos incluyó a Cuba en una lista de países que según la Casa Blanca incumplen las normas mínimas para eliminar la trata de personas, pese a la tolerancia cero declarada por la isla contra ese fenómeno.
A la isla caribeña le han señalado supuestas malas condiciones de trabajo que sufren sus médicos en misiones estatales en el exterior, cuando el mundo reconoce la dignidad, la profesionalidad y el altruismo de los cubanos en el desempeño de sus labores.
«Más mentiras y calumnias de EEUU al considerar a Cuba en la peor categoría en su informe de trata de personas, atacando la colaboración médica cubana, ejemplo de solidaridad, humanidad y de cooperación noble y legítima entre los países del sur, Somos Cuba Somos Continuidad», escribió este jueves el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su cuenta oficial de Twitter.
De igual forma el ministro de relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, ha rechazado la calificación arbitraria y unilateral y reiteró que Cuba se distingue por una política de tolerancia cero y desempeño ejemplar en la prevención y combate a la trata de personas con baja incidencia de este flagelo. Son resultados asociados a nuestros logros sociales y de seguridad ciudadana e igualdad de oportunidades.
Rechazo calificación arbitraria y unilateral de EEUU al ubicar a Cuba en la peor categoría de su informe sobre trata de personas. Es otra calumnia para justificar nuevas medidas de hostilidad. EEUU carece de autoridad moral para hacer evaluaciones o calificaciones de países.
El canciller cubano expresó además en su cuenta en Twitter que Estados Unidos es el país que mayor presupuesto dedica a la producción y comercio de armas, las que a diario provocan muerte y dolor, ataca la colaboración médica cubana, ejemplo de solidaridad y humanidad y de la cooperación noble y legítima que existe entre los países del sur.
Resumiendo lo expuesto, el Imperio yanqui es deshumanizado, pues no tiene escrúpulos en usar los medios y los métodos más sanguinarios para lograr sus perversos propósitos. Al propio tiempo es decadente ya que es incapaz de generar valores morales consistentes y se ve obligado a recurrir al terrorismo de Estado, el narcotráfico, la trata de personas, el lavado de dinero y la corrupción para mantener su desquiciante sociedad de consumo.
Sin embargo, podemos asegurar que como ha ocurrido durante estos últimos 60 años, todas las criminales medidas del oligarca Trump y su pandilla de facinerosos, se estrellarán contra la firme resolución de nuestro pueblo de defender la independencia y soberanía de la Patria, construir el socialismo y acrecentar el estrepitoso fracaso de las desquiciadas ambiciones del Imperio yanqui de apoderarse de Cuba.
fin