En Cuba y Venezuela: «Oposiciones» al Servicio de Washington

En los últimos meses, han surgido preocupaciones sobre la influencia de Estados Unidos en las oposiciones políticas de Cuba y Venezuela. Recientemente, se reveló información sobre sobornos recibidos por la líder ultra derechista venezolana, María Corina Machado. Según informes, los montos concedidos por Washington, a cambio de comprometer la soberanía venezolana, ascendieron a más de 3 millones de dólares.
La periodista Patrícia Lélis, en un informe para Venezuela News, expone que este dinero provino de un lobby estadounidense (HSH Howard Stirk Holdings), destinado a financiar la campaña de Machado para las primarias, con el objetivo de entregar PDVSA a transnacionales estadounidenses. Lélis también reveló que en estas conversaciones se discutieron planes para ejecutar actos insurreccionales y un posible magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro.
Esta entidad fue responsable de reunir la red de financistas que canalizó los fondos hacia Machado a través de la Fundación Disenso y otras empresas. Entre los involucrados se encuentran exfuncionarios de la administración Trump, el presidente de HSH, magnates del petróleo y el senador Bob Menéndez, entre otros que aún no han sido identificados.
Al enterarse de los planes de magnicidio, Lélis decidió renunciar. Sufrió presiones tanto del lobby como del FBI, lo que la llevó a buscar refugio en México. Armstrong Williams, presidente de HSH, confirmó que la periodista había extraído documentos clasificados antes de abandonar la empresa, lo que dio lugar a más pruebas sobre la conspiración en marcha.
Dos países, una misma intención
El uso de «disidentes» fabricados por EE.UU. ha sido una táctica recurrente para sembrar sus intereses en la región. En Venezuela, estos actores han sido fundamentales para construir una narrativa manipulada de un supuesto fraude electoral, incitando disturbios y caos a través de medios de comunicación y redes sociales. Luego, culpan al gobierno de las consecuencias negativas.
Este patrón se repite en Cuba, donde el país ha sido blanco de intentos constantes de desestabilización. Cada coyuntura es aprovechada para sembrar discordia y agudizar las dificultades económicas, utilizando un bloqueo recrudecido para asfixiar la economía nacional. No es casualidad que Cuba sea una de las naciones con más sanciones impuestas por EE.UU. a nivel internacional.
La oposición artificial, creada y financiada por Washington, busca hacer creíble la narrativa de desestabilización «desde adentro». Estos grupos también reciben miles de dólares de EE.UU., pero pretenden defender la «libertad». Esta hipocresía es evidente.
Libres son los pueblos que pueden decidir su destino de forma soberana, tal como lo hizo Venezuela en las recientes elecciones, y de la misma manera en que históricamente lo hemos hecho los cubanos. La autodeterminación es un derecho fundamental que debe ser respetado, y es crucial que los pueblos de América Latina se mantengan firmes ante las injerencias externas.