El Memorando de guerra de Trump y las tuercas de Marco Rubio
El Memorando de Seguridad Nacional de Trump intensifica la guerra económica contra Cuba, con Marco Rubio como impulsor. Las medidas buscan asfixiar la economía, afectando inversiones, turismo y remesas. Congresistas anticubanos las celebran, mientras medios difunden propaganda. Incluye listas negras, restricciones de viaje y subversión bajo el pretexto de "libertad en internet".

No por esperado el Memorando de Seguridad Nacional firmado por Donald Trump este lunes, como declaración de guerra económica extrema contra Cuba, deja de sorprender por la capacidad de manipulación y la falta de escrúpulos del Secretario de Estado Marco Rubio, que acude a sus superpoderes e influencia, para tratar de poner de rodillas al pueblo cubano.
El coro genocida de los congresistas anticubanos está de pláceme, al ver los «progresos» de Rubio, tan cercano a sus pedidos de intervenciones militares y más medidas de asfixia contra el pueblo que dicen apoyar pero que tratan de lanzar a la guerra entre unos y otros, con incitaciones y convocatorias violentas o terroristas desde EE.UU. o con las acciones provocadoras internas de su títere macabro, encubierto en la fachada de Encargado de sus negocios guerreristas, tratando de subvertir y atraer a sus planes desestabizadores a sectores cuidadosamente preseleccionados de la sociedad cubana.
Mientras tanto, los acusados de traidores allá y en su embajada aquí dan la espalda a cientos de miles de migrantes o interesados en viajar, piden prohibir las remesas, los viajes, los negocios e intercambios, muestra de su calaña anexionista, del rencor y la trampa como modo de actuar.
El Nuevo Herald y la agente de la mafia Nora Gámez, habitual en las «filtraciones», en la fabricación de noticias falsas, pretextos injerecistas o ataques desenfrenados contra los cuerpos armados o de la seguridad, empleada de la USAID y de los servicios de inteligencia han sido los encargados de enseñar las garras del engendro, de amenazar, intimidar y de augurar nuevamente la hora final.
Entre el sensacionalismo y la crueldad, lo macabro y el desprecio, la «reportera» del Herald lo califica como «un paso significativo para implementar la política de mano dura contra Cuba prometida por el secretario de Estado, Marco Rubio» y asegura que»Estados Unidos sancionará a las empresas extranjeras que negocien con empresas militares en Cuba como parte de una campaña de máxima presión sobre la isla comunista».
La extraterritorialidad, la presión y el chantaje, instrumentos predilectos del jefe de la diplomacia estadounidense y su dictador desde la Casa Blanca, vuelven a ponerse de manifiesto en las sanciones como armas que intentan espantar la inversión extranjera, intimidar a empresarios con negocios en la Isla, asestar un golpe demoledor al turismo con más persecución y obstáculos de todo tipo y arreciar aún más el bloqueo con cuanta medida coercitiva se les ocurra.
Como si no fueran responsables de las limitaciones para la transformación digital en Cuba, anuncian con cinismo sin igual que intensificarán la subversión con «los esfuerzos para ampliar el acceso a internet y el libre flujo de información a los cubanos.»
Nuevas listas negras incluye el Memorando trumpista para castigar a la economía y a los cubanos, con el pretexto ahora de impedir cualquier negocio de empresas extranjeras con sus similares de Cuba vinculadas al sector militar, así como establecer regulaciones que prohíban las transacciones financieras directas o indirectas con dichas entidades o subentidades.
Para los viajes a Cuba habrá auditorías o controles periódicos, mientras el Departamento del Tesoro también ampliará la definición del término “funcionarios prohibidos del Gobierno de Cuba” para incluir a todos los empleados del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas y a todos los empleados del Tribunal Supremo, entre otros.
En los frágiles días de la amenaza nuclear, cuando la democracia estadounidense se tambalea con ínfulas imperiales desenfrenadas, con ataques a congresistas, persecución de periodistas, fiscales, abogados, estudiantes universitarios o manifestantes pacíficos solidarios con Palestina, migrantes encerrados a la fuerza en campos de concentración en bases militares, no es de extrañar que Trump se deje embarcar una vez más por los vividores de la guerra contra Cuba.