Crónica en tiempos de paz

Camino por las calles de La Habana. El cielo está gris. La amenaza de lluvia se cierne sobre la ciudad, en esa vocación inusual de tapar el sol que traen los frentes fríos. Llevo abrigo, y los que pasan por mi lado también. Algunos van de prisa, como camino al trabajo. Otros pasean la vida, cargan jabas con viandas y hacen ejercicios. Yo me apuro.
Pasa un día de invierno en Cuba. La calle bulle de vida. El calor humano contagia.
En fin, una jornada normal, como tantas otras. Pero pudo no haber sido así. Hay un secreto oculto tras la cómoda tranquilidad cotidiana. Llegan hasta acá las noticias de incitación y miedo. Quieren rompernos la calma, teñir el asfalto de sangre, la tierra, de sangre.
Lo peor es que ellos también son hijos de esta tierra. Partieron de Cuba un día y olvidaron la raíz solidaria de su Patria. Ahora sueñan con armas, bombas y muerte. Lo llaman «lucha por la libertad», pero son esclavos del odio. No aman a sus compatriotas, pues los ponen en peligro, en un conflicto absurdo, que sigue los intereses de una gran potencia, contra la pequeña Isla que solo ha sabido de dignidad y defensa.
Este fin de año no será como los otros. Las huellas de la crisis no se hacen esperar. La Covid y el bloqueo dejan muestran sus secuelas en la economía y la sociedad. Hemos luchado mucho por salir adelante y, desde la paz, seguiremos luchando.
La alegría siempre será nuestro patrimonio. Por encima de las dificultades, el fin de año vestirá de fiesta. Los amigos volverán a reunirse y las risas llenarán los hogares.

A ellos, allá, también les deseamos lo mejor. Cuba sabe de amor, no de rencores. Eso sí, pretendan destruir nuestra paz. Si mandan armas, sabremos responder. «Quien intente apoderarse de Cuba solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha». Así sentenció el Titán de Bronce, Antonio Maceo. Nosotros hemos de cumplir con su legado.
Voy caminando. Pienso. Recuerdo noticias de sabotaje que han llegado a mis oídos este año, con dinero contante y son ante detrás. Al quien le siga el juego a nuestros enemigos, sabremos salirle al paso.
No se sabe bien el valor de algo hasta que se pierde. Mas, Cuba ya supo de guerra hace tiempo. Hemos sobrevivido a más de sesenta años de ataques y terrorismo apenas solapado.
Miro hacia arriba. El sol comienza a asomarse tras las nubes. Somos guerreros. Una vez más, vamos a sobrevivir.
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