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ESPECIALES

A propósito de la zanahoria

“El gobierno de Estados Unidos adoptaría un grupo de medidas dirigidas al sector privado de la economía cubana” (…) “entre las acciones estaría el financiamiento a los pequeños negocios, así como el acceso al sistema bancario estadounidense…».

The Washington Post

Amanece esta noticia en el eter, en las redes sociales, paradas de ómnibus, pasillos de los centros de trabajos y hogares. Algunos llegamos a sentir desconcierto. La mente humana es del carajo y la de un cubano más. Enseguida aparecen imagenes construyendo y desconstruyendo escenarios. Especialmente en la de aquellos que operamos mentalmente con gráficos y esquemas, convertimos en variables los procesos y obtenemos trayectorias tendenciales y/o factibles.

El futuro, igual es del carajo, los americanos son del carajo, Biden es del carajo y obviamente está operando sobre el electorado de la Florida. Las elecciones de 2024 están ahí y su equipo de campaña ya empezó a moverse en la dirección “adecuada”: los votos de la comunidad cubana conn la reactivación de la sensación de cambio dejada por Obama en visto ✔️: El sector privado, el empoderamiento y la lujuria que podría generar que el dinero que se produzca aquí se quede en los bancos de la Unión, allá.

Lo cierto es que hoy no tengo una idea clara del Futuro Real que se avecina. Bajo un ambiente de apertura económica y financiera con Estados Unidos —de la manera que se anuncia unilateralmente— uno de los mayores desafíos en Cuba sería la adaptación y la gestión de los cambios económicos y sociales que derivarían. Obviamente después que sepamos sobre las fuentes de financiamientos y las condiciones de los “adelantos monetarios”, del préstamo de los piticlines, porque préstamo será.

La “apertura económica” conllevaría (sigo proyectando ideas en tiempo futuro) a una mayor competencia y participación de las empresas extranjeras y surgiría la necesidad urgida de acogernos a los estándares internacionales en determinados rubros de la producción y los servicios, estando por lo regular en desventajas, pues nuestra concepción siempre estuvo orientada a satisfacer demandas dentro de una economía planificada.

Para las empresas y sectores cubanos, especialmente aquellos que han estado protegidos o subsidiados por el estado, podría requerir mejoras en la eficiencia, calidad y productividad para competir en el mercado global o estarían condenadas a desaparecer por ineficiencia y/o privatización progresiva.

La apertura que sugiere el gobierno norteamericano podrían acentuar las desigualdades sociales y crear brechas y abismos cada vez mayores. Es posible que algunas personas y regiones del país se beneficien más rápidamente que otras, generando desequilibrio, éxodos internos y tensiones en las infraestructuras de las ciudades receptoras.

El gobierno cubano tendría el desafío de implementar políticas sociales y programas de inclusión para asegurar que los beneficios económicos se distribuyan de manera justa y equitativa. Ahora bien ¿si los bancos están en la Florida o cualquier otra ciudad norteñas como dispondríamos de los dineros? Porque de suspender el bloqueo no se ha hablado nada.

La pelea sería de león para mono…

Por otra parte, con una mayor apertura a la influencia extranjera, es importante que Cuba preserve su identidad cultural y patrimonio —y aquí me detengo para orar para que no se “escapen” nuestros bienes patrimoniales por las fronteras y otros espacios donde pillos y new adinerados tengan las llaves maestras.

Mantener y promover los valores culturales en medio de la apertura económica —desleal por subversiva— requeriría políticas y medidas específicas que promuevan la protección del patrimonio, la promoción de la diversidad cultural y la participación activa de las comunidades… en una sinergia que no tenemos concebida.

Con la apertura financiera, Cuba podría enfrentar el desafío de una gestión adecuada de la deuda y la inversión extranjera, pensando que el bloqueo se vaya a boline y los bancos y centros financieros internacionales tengan vínculos con la Isla sin los acostumbrados remilgos del Departamento del Tesoro y de Estado.

Requeriríamos regulaciones sólidas para garantizar inversiones beneficiosas y sostenibles a largo plazo, evitando la dependencia excesiva de determinados actores privados, asegurando que los recursos se utilicen de manera responsable y para el desarrollo económico y social equilibrado.

Necesitaríamos un poderoso aparato jurídico para lograr licitaciones transparentes y evitar todo aquello que se asocie a los delitos de cuello blanco.

En un contexto de mayor actividad económica y desarrollo, es fundamental que Cuba tenga en cuenta la protección del medio ambiente y la sostenibilidad de los recursos naturales. Implementar políticas ambientales rigurosas y promover prácticas empresariales sostenibles para evitar impactos negativos en el ecosistema a largo plazo.

La apertura económica y financiera con Estados Unidos (de la manera en que lo promueve Biden) presenta desafíos significativos en términos de competencia económica, desigualdad, preservación cultural, gestión de inversión, deuda, y protección ambiental.

Superar estos entuertos requerirá una gestión cuidadosa, políticas claras y una visión integral del desarrollo que tenga en cuenta los aspectos económicos, sociales, culturales y ambientales de la sociedad cubana.

Reitero, sostengo el análisis anterior en elementos “superficiales” y sin tener en cuenta el costo político e ideológico, aunque al respecto pudiéramos modelar un escenario sencillo:

La introducción de dinero y la habilitación de cuentas en bancos norteamericanos podrían fomentar una mayor “apertura política” en Cuba. A medida que se incremente el flujo de inversiones y recursos, podría haber una mayor demanda por parte de la sociedad cubana “necesitada de ampliar las libertades civiles y los derechos políticos”. Caerían a cuenta gotas grupos, asociaciones, etc. que den lugar a una democracia al mejor estilo occidental.

La introducción de cambios económicos significativos también implicaría tensiones sociales debido a la desigualdad económica y a los cambios en los sectores estatales y especialmente los presupuestados. Habría que gestionar cuidadosamente la apertura económica para garantizar la estabilidad y evitar contradicciones con otros aspectos del sistema político y social.

Como quiera que sea Biden piensa y nosotros también.

Todo el mundo sabe que nuestros objetivos están enfocados en eliminar el bloqueo y nos retiren de cuantas listas les acomode a los políticos norteamericanos.

Acabamos de medir el respeto y prestigio que el mundo siente por Cuba en la #CubaG77, por igual, en el #UNGA78. Lo hemos ganado a fuerza de coraje y resistencia.

Particularmente me parece que quien está aislado y contra las cuerdas en este minuto es el gobierno norteamericano.

Y voy a cerrar este texto de aproximación con dos cometarios. El primero lo escribió una apreciable lectora apenas publiqué (es de las ventajas de las redes sociales): “Así es, otra zanahoria porque temen del avance de las relaciones comerciales con otras fuentes emergentes. ¿Por qué no le damos esa oportunidad a China, al BRICS?”

Otro amigo comentaba por privado: “Pero tenemos capacidad para aprovechar ese potencial si actuamos de manera inteligente y en sistema. La fuerza 💪 está en los recursos humanos que seamos capaces de sumar al desarrollo e intereses comunes. Requiere de sapiencia y no de andar improvisando. La batalla ideológica cobra otros matices, más que enfrentamientos viscerales con los nuestros, los enemigos ideológicos están allá al frente. Pienso en que si somos capaces de revertir la afrenta en función del bien común ganamos.

Hacer conciencia…”.

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