Una guerra permanente y silenciosa contra cada persona, que debemos enfrentar y vencer (Tercera parte)

Durante la mañana he impartido el curso previsto. Con ello, he continuado meditando e interactuando con la gente, recibiendo sus percepciones sobre el momento que vivimos. Evidentemente hay mucho volumen de información en la cabeza del pueblo. Con los que he conversado sobre lo que acontece, sus percepciones se mueven hacia el optimismo.
Para bien se ha generado confianza en el pueblo. La gente sabe que, como otras veces, saldremos adelante. Saludo a estudiantes que me abordan sobre los últimos sucesos de la actualidad mundial. Aún debemos continuar insistiendo en saber identificar el origen e intenciones de cada matriz de información. En las redes hay fuego cruzado, no podemos dejar espacio sin cubrir, nuestra posición no puede faltar.
No es posible desestimar que Internet es una «tecnología afectiva», en el sentido de que es cauce para la expresión de emociones y participa en la constitución de la subjetividad de la persona, la información está cargada de un mensaje emocional.
En tal dirección sucede que el cerebro, es incapaz de distinguir si una determinada información es correcta o incorrecta; ahora en el ámbito digital, cada plataforma de redes sociales, cada sitio web está diseñado para ser adictivo y desencadenar estallidos emocionales, atrapando el cerebro en un ciclo de publicaciones.
Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalismo, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.
Los sesgos sociales se denominan generalmente sesgos atribucionales y afectan a nuestras interacciones sociales de cada día, también están presentes en la probabilidad y toma de decisiones.
El sesgo cognitivo más común y dañino es el sesgo de confirmación. Este es el efecto que lleva a las personas a buscar evidencia que confirme lo que ya piensan o sospechan, a considerar los hechos e ideas que encuentran como una confirmación adicional y a descartar o ignorar cualquier evidencia que parezca apoyar otro punto de vista.
Es decir, la existencia de los molestos apagones, información sobre el mantenimiento planificado de centrales térmicas, limitaciones con el combustible, atrasos en la distribución de la canasta familiar, entre otras carencias, por razones más que conocidas, pero no por ello desestimables, son evidencias que a primera vista el cerebro humano procesa y supuestamente confirman la perversa avalancha de información falsa y manipulada que los sicarios mediáticos con perversos objetivos al servicio del imperio pretenden sembrar.