Un aspirante a presidente y las «perlas de su corona»
Considerado en los inicios de su carrera un Donald Trump de bolsillo, por su afán de imitar cada gesto de su mentor, Ronald Dion DeSantis escaló posiciones en la política estadounidense hasta alcanzar la gubernatura de Florida en 2019.
Sin embargo, en su camino de aspirante a la Casa Blanca, comenzó a alejarse poco a poco de su preceptor, hasta romper con él y desafiar las aspiraciones del magnate «anaranjado» de regresar a la oficina oval.
El Gobernador de Florida anunció, recientemente, que lanzaría su candidatura a la presidencia por la red social Twitter, pero el promocionado suceso fue un rotundo fracaso.
La plataforma Twitter Spaces colapsó antes de que DeSantis tuviera la oportunidad de ser entrevistado por Elon Musk, con el fin de realizar el lanzamiento oficial de su campaña. Los cientos de miles de personas conectadas durante 25 minutos apenas escucharon unas pocas frases entrecortadas.
Parece que en eso de los lanzamientos a Elon Musk no le va muy bien. No hace mucho, Starship, de SpaceX, el cohete reutilizable «más potente de la historia», explotó pocos minutos después de su despegue.
Pero, ¿quién es este señor que se autotitula como el «candidato del resurgimiento americano»? Recuerden que «América», para ellos, solo queda al norte del Río Bravo; lo otro es «patio trasero».
No vamos a centrarnos en los rumores de su herencia familiar algo oscura. Pongamos el acento en su trayectoria como gobernador, y en los «aportes a la justicia» y a la «equidad» realizados en Florida.
Entre las prendas de su mandato pudiéramos citar algunas: propuso prohibir iniciativas de diversidad, equidad e inclusión en universidades de Florida; legisló para obligar a registrarse a cualquier bloguero que escriba sobre el Gobernador del estado, su gabinete o los legisladores; firmó una ley que permite portar armas sin permiso estatal; refrendó otra que prohíbe el aborto después de seis semanas de embarazo; eliminó las decisiones unánimes del jurado para las sentencias de muerte; negó a las agencias estatales y a los gobiernos locales el permiso para invertir dinero público en cualquier tipo de iniciativa para proteger el medio ambiente…
No obstante, hasta ahora, el non plus ultra de su actuar gubernativo es la nueva ley de inmigración, considerada la letra más dura de este tema en el país.
La barbarie jurídica exige a las empresas privadas con 25 o más empleados verificar el estatus migratorio de sus trabajadores, y obliga a los hospitales a que en sus formularios de admisión pregunten si el paciente es ciudadano estadounidense, residente legal o extranjero sin autorización para estar en el país.
Como si fuera poco, a fin de mostrarse como «el más duro de los duros», el aspirante a la silla presidencial veda los mandatos de salud sobre la COVID-19, elimina la matrícula universitaria estatal para inmigrantes beneficiados de DACA, y prohíbe el uso de TikTok, etc.
Democráticamente, además, el Senado de Florida recién aprobó un proyecto electoral para garantizar que Ron DeSantis no tenga que renunciar a su cargo para postularse en las elecciones de 2024.
El extremismo ya no se recata, se muestra a cara descubierta. Aquello de la negación plausible que permitía negar el conocimiento o la responsabilidad de cualquier acción condenable del Gobierno ha quedado en el pasado.