¿Qué hay después de Macri? La derecha argentina entre «halcones» y «palomas»
Lo que se pone a prueba en este caldeado preámbulo electoral argentino es el tipo de estrategia a seguir por parte de las derechas para retomar el poder político.
Prontamente se comprobó que el ‘macrismo’ ha sido enterrado y esto supone un sismo para este sector político. El domingo pasado, el expresidente Mauricio Macri se retiró de la contienda presidencial, cuya primera vuelta se efectuará el 22 de octubre y, de ser necesario, tendrá que ir a balotaje el 19 de noviembre.
Hay que recordar que en su momento, por allá en 2015, Macri se convirtió en la gran esperanza del conservadurismo latinoamericano, en un momento en que el primer ciclo de las izquierdas se encontraba entronizado en la región.
Macri fue el primer candidato de peso que pudo virar la tendencia latinoamericana y hacer perder al peronismo por primera vez, en su prolongada historia electoral.
El conservadurismo ha decidido reinventarse nuevamente para poder competir en el terreno que más le cuesta: el del voto popular.
Con un populismo de derechas sustentado sobre el tema de la seguridad y el ataque constante contra el gobierno venezolano, Macri logró imponerse al competidor peronista, Daniel Scioli por poco más de dos puntos porcentuales.
Después de su triunfo, el continente giro rápidamente hacia la derecha. Cuando Macri llegó al gobierno no existía el Grupo de Lima, tampoco el bolsonarismo había saltado a la palestra y los gobiernos progresistas tenían una clara proyección a futuro. Pero el macrismo estaba resultando un experimento eficiente como modelo político.
Pero en 2019, cuando la dupla Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner –quienes actualmente ocupan la presidencia y vicepresidencia de la República, respectivamente– revolcó al líder derechista en su intento de reelegirse, no fue solo la derecha argentina la que se vino a pique, sino que afectó a todo el andamiaje conservador latinoamericano que se había edificado para enterrar el ciclo progresista. Macri se convirtió en el primer presidente sin lograr la reelección y ni siquiera se necesitó un balotaje para dirimir la contienda debido al amplio margen de votos a favor del peronismo.
Su derrota señaló que los países latinoamericanos volvían a las experiencias progresistas. El Grupo de Lima se diluía y el ciclo derechista se notaba terriblemente debilitado hasta que la derrota en 2022 del ahora expresidente brasileño Jair Bolsonaro significó un quiebre regional definitivo.
A menos de cinco meses de las primarias, Macri anuncia una especie de retiro político de cara a esta campaña y evidencia que su fórmula ya no le sirve ni siquiera a las derechas para ganar elecciones.
Con esto, el conservadurismo ha decidido reinventarse nuevamente para poder competir en el terreno que más le cuesta: el del voto popular.
Con una crisis prolongada, el país acudirá a un evento electoral donde el pueblo tendrá que decidir si se queda con el peronismo en el gobierno o si, por el contrario, da un viraje que imponga, como condición práctica, la alternabilidad en la política argentina.
Por ello, el retiro de Macri genera efervescencia en la carrera presidencial porque implica la salida de un exmandatario que durante un tiempo reciente fue el emblema de la derecha continental. Conseguir un sustituto que pueda ganarle al peronismo es vital para las intenciones de la oposición de volver a ser oficialismo y este anuncio es el pistoletazo para que los sucesores arranquen con fiereza su carrera.
Sin Macri como protagonista, la coalición Juntos por el Cambio (JxC) tendrá que decidir entre un candidato «paloma» y un «halcón» –tal como se conoce a sus dos principales corrientes en los debates internos en la derecha argentina– en unas primarias fijadas para el 13 de agosto.
¿Continuidad o ruptura en el gobierno argentino?
Con una crisis prolongada, el país austral acude a un evento electoral donde el pueblo tendrá que decidir si se queda con el peronismo en el gobierno o si, por el contrario, da un viraje que imponga, como condición práctica, la alternabilidad en la política argentina.
Con una vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner –líder histórica y expresidenta– judicializada y en medio de una crisis inflacionaria que desencadenó una derrota electoral en las elecciones de medio término del 2021, el peronismo recuerda sus malos momentos del 2015.
Pero el conservadurismo sabe que este movimiento nacional-popular puede trasmutar y contagiar a las bases populares argentinas y por eso, el gran debate interno se basa en cómo articular con los sectores descontentos. Y es allí dónde se divide la derecha.
Una corriente, las llamadas «palomas», saben que necesitan a parte del peronismo descontento para poder ganar, lo que significa establecer alianzas con sus líderes de las regiones. Otra corriente, los «halcones», es mucho más radical y quiere ganar de manera «pura», con alianzas escogidas selectivamente.
La primera tendencia está representada (entre otros precandidatos) por Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires. La segunda ha estado dirigida por la presidenta del partido Propuesta Republicana (Pro), Patricia Bullrich, también entre otras opciones.
Este choque comicial se producirá en las internas de Juntos por el Cambio (JxC), la coalición integrada por el PRO, además de la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el Peronismo Federal de Miguel Angel Pichetto.
Las internas, denominadas PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en Argentina, son de carácter obligatorio por Ley y el peronismo también tendrá que sufrirlas el mismo día. Solo allí sabremos quién abanderará a cada coalición.