¿Qué esconden los monopolios infocomunicativos?
Apoyado en el poder de las transnacionales de la información y de las comunicaciones, el capitalismo adopta disfraces cada vez más artificiales de penetración en la sicología humana, señaló la doctora en Ciencias Eulalia Cárdenas San Martín, asesora técnica docente de la Dirección de Historia y Marxismo Leninismo del Ministerio de Educación Superior de Cuba, durante la segunda jornada de la V Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo.
Los monopolios infocomunicativos, dijo, se han percatado del valor de los factores subjetivos y han encontrado en las redes digitales el instrumento perfecto para influir sobre los mismos, difundiendo el sistema de valores de la oligarquía financiera transnacional.
Tal y como lo planteó en reiteradas ocasiones Fidel, agregó, es una producción ideológica burda y huérfana de ideas. Las agendas temáticas de los medios de comunicación mundial reproducen constantemente los mensajes y patrones neoliberales.
El televidente ve por las pantallas solo lo que las grandes transnacionales quieren que vean, comentó.
Camuflajeada tras, falsedades y manipulaciones, presentan la «ayuda humanitaria», a través de la cual se invaden países cuyos gobiernos legítimos no se plegaron a la voluntad del imperio y de sus aliados.
«En la era actual de la globalización, el poder es uno, pero presenta diversas formas de manifestarse. Al poder mediático, gemelo del poder financiero, le corresponde la tarea de apaciguar, de domesticar a las sociedades. Ambos forman un binomio tan poderoso como el poder político», explicó.
El modelo capitalista pretende hacer común un modelo cultural homogeneizante y estandarizado, cuyo ideal de sociedad es la estadounidense, donde se compra y se vende, y donde los lujos se convierten en necesidades.
A través de ídolos, imágenes y estereotipos como si fuésemos robots, se nos comanda qué ropaje vestir, qué películas ver, qué imágenes de nosotros mismos debemos proyectar, todo ello en el contexto del más absoluto irrespeto a la multinacionalidad y al pluralismo racial de nuestros pueblos.
Asimismo, concluyó, se observa la tendencia hacia un proceso mundial, cuya esencia no sería la difusión de la riqueza y los bienes culturales, sino un orden mundial que destruiría las tradiciones, las costumbres y las culturas de otros pueblos, considerados por ellos como simples manifestaciones folclóricas.