Pasión más allá de fronteras
Hace 17 años Cuba no vivía un amanecer tan electrizante como el del pasado miércoles, cuando todo el país respiró beisbol por cada uno de sus poros y católicos, yorubas, cristianos, adventistas y testigos de Jehová se unieron en un solo credo y con un único rezo: la victoria de los nuestros que se jugaban el todo por el todo en el terreno al otro lado del mundo.
El 7-1 del equipo Cuba en el V Clásico Mundial de Beisbol frente a Taipéi de China, nos hizo volver a soñar con que podíamos regresar a la cima de los grandes del orbe, nos hizo confiar en que este grupo, mezcla de sangre cubana a uno y otro lado del “charco” o esparcida en los cinco continentes, tiene a las cuatro letras por encima de cualquier tipo de equívocas interpretaciones.
Y nos ganamos el boleto que nos trajo a América, pero no a cualquier América, si no a esa donde conviven viejos y recalcitrantes odios con nuevas ilusiones, mezquindades vacías y retrógradas con la esperanza de miles que se consideran simplemente cubanos, simplemente fanáticos del Team Asere que ha sabido tomar lo mejor de las ligas profesionales para iluminar la pelota que se juega en casa.
Ese mismo Team donde conviven los de aquí y los de allá, los que han aprendido algo de inglés o un par de palabras japonesas, pero que, a pesar de todo, no han perdido la esencia del español cubanísimo que corre por sus venas.
Como es usual en lo que involucre a esta tierra, las victorias de nuestro equipo de pelota no quedan solo en la alegría desbordada de los atletas en el terreno, de los gritos de los fanáticos en el estadio, del coro de sillones en las salas de cualquier barrio, porque nuestras victorias beisboleras también son tema de “análisis” y “debate”, de quienes quieren convertir todo, absolutamente todo, en la manzana de la discordia.
Entonces viene esa mal llamada “polémica” (nada más lejos de serlo), que solo busca enfrentar a los que visten la misma camiseta y defienden la misma bandera, ¿Que la enarbolan de maneras distintas? Es verdad. ¿Que la pasean por terrenos “diferentes” y suelos lejanos? También es verdad; pero el absolutismo nunca ha sido la respuesta y muchísimo menos el intentar separar en bandos a los que tiran del mismo caballo y van en la misma dirección.
Precisamente por eso, nuestro Team Cuba o Team Asere o simplemente nuestros muchachos, son hoy el vivo ejemplo de lo que se puede lograr sin importar decisiones personales, sin convertir intereses familiares y profesionales en posturas políticas, sin dibujar fantasmas para opacar alegrías y victorias.