En una intervención donde no faltaron los errores al hablar español, el senador Marco Rubio se atribuyó la creación de la política de Donald Trump hacia Cuba, mantenida en la actualidad por el presidente Joe Biden.
Como si buscar el hambre y la desesperación en el pueblo cubano fuera un mérito, el político se vanaglorió de su relación con la línea abiertamente hostil hacia la Isla que retomó el anterior mandatario de Estados Unidos. Las restricciones impuestas en este periodo alcanzaron un nivel sin precedentes, con la aplicación de más de 240 medidas, dirigidas a puntos medulares de la economía cubana.
La mayoría de las acciones se concentraban en asfixiar al país, subvertir el orden interno, crear una situación de ingobernabilidad y, finalmente, derrocar a la Revolución. Se persigue, además, destruir las fuentes de ingresos nacionales, así como entorpecer las relaciones comerciales de la Mayor de las Antillas con otros países del mundo.
La política de Trump hacia Cuba no representa un elemento novedoso con respecto a administraciones anteriores. Da continuidad a las proyecciones de Estados Unidos hacia nuestro país desde el triunfo revolucionario, cuyo único fin es lograr un cambio de sistema en la nación caribeña.
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