Es tanta la ira y repulsa que generan en mí odiosos personajes, como los denunciados en el Noticiero Nacional de Televisión por Razones de Cuba, que me dificulta ordenar las ideas que deseo exponerles sobre el tema.
Indigna ver a un grupo de sabandijas empleando sus habilidades como influencers digitales y disfrutando de la impunidad con que actúan desde territorio estadounidense, como siempre lo han hecho quienes atacan a la Revolución cubana, convocando de forma abierta y pública a realizar no solo acciones de desobediencia y desorden públicos, sino a ejecutar actos criminales y terroristas en Cuba.
No hace falta que delincuentes comunes y bandidos se dejen arrastrar por esas convocatorias y por los pagos que las acompañan, pues el solo hecho de promulgar amenazas de este tipo, convocando a la violencia extrema contra entidades y personas específicas, con el histerismo y bravuconería que lo hacen de por sí, constituye un acto de terrorismo mediático, de acoso psicológico, penado en la legislación vigente en cualquier país del mundo. Excepto que sea en EE.UU., el «país de las maravillas terrenales», y que el objetivo de los ataques sea la Cuba revolucionaria, socialista, indoblegable e irreverente.
Por otra parte, me entristece realmente que jóvenes formados por la Revolución cubana, instruidos y educados en el amor a sus semejantes y a la tierra que los vio nacer, se presten para estos macabros planes. Me satisface, no obstante, que voluntariamente accedieron a declarar públicamente al mundo como parte de esta denuncia.
Que sirva este programa para hacer reflexionar, no quienes hace mucho tiempo vendieron su alma al diablo, sino a las personas que se dejan manipular por estos desechos humanos y son capaces de creer en ellos. A todos les recuerdo que las calles en Cuba jamás serán de los mercenarios, enemigos del pueblo.
