La negación de la negación

encargado de tomar decisiones sobre el presupuesto del Departamento de Estado, cargo que le permite chantajear al gobierno con la ejecución de recortes en la ayuda exterior y financiación a organizaciones internacionales, entre ellas a las Naciones Unidas, lo que acostumbra hacer ante desacuerdos políticos.
La mafia cubana de Miami logró asentarse en el Congreso de Estados Unidos y desde sus posiciones ha encadenado la política exterior y convertir el tema Cuba en un asunto doméstico, para usarlo como moneda de cambio a sus intereses particulares.
Ahora cabildean en los salones del Capitolio para evitar que Biden apruebe cualquier cambio, incluso los anunciados para fortalecer al empresariado privado en Cuba, porque en su aberrado odio dicen que “hacer cambios en las políticas benefician al gobierno cubano, un aliado cercano de Rusia”.
Con las modificaciones al modelo económico cubano, impulsado por el gobierno de la Isla, se han aprobado más de 9 mil pequeñas y medianas empresas privadas con miles de trabajadores, e importan productos incluso desde Estados Unidos, pero las sanciones yanquis no les permiten su crecimiento, a pesar de que la estrategia de los ideólogos para desmontar el socialismo, desde adentro, lo tenga como una línea fundamental en su trabajo subversivo.
El presidente Barack Obama expresó con fuerza que ayudar a los cubanos a trabajar de forma privada, les permitiría independizarse del Estado y convertirse en una fuerza interna para alcanzar la transición hacia el capitalismo, pero la mafia de Miami piensa que eso fortalece al estado comunista y se oponen a flexibilizar la guerra económica, porque su posición histórica es la de asfixiar al pueblo cubano para que se lance a las calles y culpe al gobierno de sus penurias. Después dicen querer ayudar humanitariamente a los cubanos para alentar una transición hacia la democracia.
Certero fue José Martí cuando dijo:
“Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen».