Filibusterismo contemporáneo
Los filibusteros de ayer y los de hoy.
Los filibusteros del siglo XIX, conocidos por sus incursiones armadas y afán de saqueo en la región del Caribe, comparten rasgos comunes con los actuales enemigos de la Revolución cubana.
Como regularidad, en mayoría residen en el extranjero y colaboran con el gobierno estadounidense o de otras potencias, directa e indirectamente.
Los antiguos se caracterizaban por el deseo —bajo ordenanzas— de desestabilizar regímenes establecidos (conflictos entre imperios de la época), y lograr alianzas beneficiosas con potencias extranjeras. En todo caso permeaban sus acciones con la disposición de usar o incitar a la violencia en pos de sus objetivos.
Los filibusteros ancestrales buscaban el control de territorios mediante acciones belicosas, así encubrían sus fechorías con impunidad, mientras que los contemporáneos buscan socavar el sistema político cubano, igual con impunidad y poniendo mucha agua por medio.Suficiente con leer unos minutos la lluvia de artículos incitatorios que fluyen en las redes sociales digitales para entender un fenómeno que por tiempo intenta reciclar los ánimos de ver a Cuba envuelta en una guerra civil.
Aunque los contextos históricos difieren, las motivaciones subyacentes de los filibusteros y los contrarrevolucionarios guardan similitudes sorprendentes:1. Desestabilizar el orden establecido en aras de sus intereses personales o políticos,
2. Utilizar tácticas cuestionables, colaborando estrechamente con potencias extranjeras.3. Servir a estrategias políticas y mediáticas para minar la estabilidad desde el interior,
4. Quedar como piezas desechables en el tablero geopolítico.En la simbiosis entre los filibusteros del pasado y los actuales se refleja un patrón recurrente en la historia: la presencia de actores inmorales motivados por intereses particulares, quienes extrapolan sus intenciones en el plano ideológico y político.
El concepto de Patria les resulta un mero recurso económico.
Aunque los métodos y los contextos cambien, la esencia de la traición y la colaboración con enemigos externos en aras de la desestabilización permanecen como rasgos distintivos, tanto de los filibusteros del pasado como los contemporáneos.