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Fidel, ejemplo e Historia

Para Fidel el humanismo se expresa en la capacidad de los cuadros y militantes al propiciar que en su actuar, encuentren espacios, puntos de vista, opiniones y sugerencias que represente a la mayoría. Se trata de incorporar sistemáticamente con responsabilidad a la propia actividad partidista como estilo, el diálogo permanente y franco con las masas, para aprender del pueblo, al estar atentos ante criterios y valoraciones que ofrecen.

Sus cualidades como carácter político las sintetiza al expresar que: “Un comunista tiene que ser antes que nada un hombre humano y un hombre que sepa valorar a otro hombre y sepa respetar los sentimientos de otros hombres y sepa respetar la dignidad de otros hombres”.

Él es ejemplo al cultivar la igualdad, libertad plena y tratar a los demás como seres humanos, lo cual tenemos que continuar aprendiendo, para un accionar adecuado, los que integramos la vanguardia organizada de la clase obrera y de los más amplios sectores del pueblo trabajador.

Educar, movilizar de forma directa y por medio de la Unión de Jóvenes Comunistas y de las organizaciones de masas, para esclarecer, explicar, analizar la política, dar prioridades, hacer frente a los problemas, con un alto nivel de conciencia sobre los objetivos.

El PCC como fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, que se expresa en el artículo 5 de nuestra Constitución, es otra conquista trascendental, a la que no vamos a renunciar. Se estructura orgánicamente y desarrolla su vida interna, mediante el principio del centralismo democrático, que implica una disciplina consciente y estricta, con la más amplia democracia interna.

Tener la razón no es suficiente por justa que sea, nuestra causa se necesita que esté acompañada de los métodos correctos y esforzarnos por hacer las cosas bien, es otro llamado que nos hace Fidel a la militancia.

“… ser cada uno de nosotros guardianes de los métodos revolucionarios y de las cosas bien hechas; defensores del estilo revolucionario; defensores del principio de que, como revolucionarios, cada cosa debemos tratar de hacerla lo mejor posible, cada servicio, cada producto, cada trabajo; que nosotros tenemos que ser superiores en todos los órdenes a los métodos del pasado, que en todos los órdenes tenemos que ir con espíritu nuevo, con métodos nuevos, y luchar contra todo lo que esté mal hecho, luchar contra todo lo que no se ajuste a los principios de la Revolución, ¡y trabajar!

La democracia revolucionaria y obrera comprende actuar con métodos nuevos, revolucionarios, democráticos, pidiendo opiniones y criterios, colegiando colectivamente decisiones. En su consideración, el ejercicio de la dirección colectiva y la responsabilidad individual, la práctica de la crítica y la autocrítica permiten garantizar cohesión, pureza y unidad en las filas del Partido, que requieren potenciar con energía y valentía, un espíritu educativo y constructivo en el accionar de la militancia ante los errores.

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