Entre golpes
El gobierno estadunidense no se cansa de repetir su sermón sobre la democracia en el mundo sin reconocer casi nunca sus graves y repetidos actos antidemocráticos en ese mismo mundo. A la vez, el demos estadounidense no tiene confianza en sus representantes (sólo dos de cada 10 confían en que su gobierno en Washington hará lo correcto en general, según Pew Research Center).
Ahora el autoproclamado campeón mundial de la democracia está sufriendo una crisis democrática dentro de su propia casa. Antes se repetía esa broma de que Estados Unidos no había sufrido un golpe de Estado porque no había una embajada estadunidense en Washington. Pero desde 2020 esa broma ya no funciona: Estados Unidos padeció por primera vez un intento de golpe de Estado.
Con ello, Estados Unidos se incorpora a esa larga lista de países en los que Washington ha promovido un golpe de Estado o ha intervenido para promover políticas de cambio de régimen, que continúan hasta la fecha en lugares como Cuba, Venezuela, Irán y Rusia, entre otros.
Todo esto viene al caso con el anuncio, la semana pasada, de que el ex presidente Trump ahora enfrenta su cuarta acusación criminal; y esas cuatro acusaciones incluyen un total de 91 cargos diferentes, o sea 91 delitos documentados. Dos de esas acusaciones, una federal y otra estatal, giran en torno al intento para descarrilar y revertir la elección presidencial de 2020, es decir, anular la voluntad del pueblo. Y ahora el acusado se defiende declarando que todo es parte de un complot antiestadunidense en su contra, alertando que con ello el comunismoha llegado a estas tierras, y que su país ahora es una dictadura marxista de tercer mundo.
Pero también viene al caso justo por los ecos de esa retórica, la cual fue empleada para justificar la mano estadounidense en gran parte de los golpes de Estado e intervenciones para cambiar regímenes en otros países durante las ultimas décadas.
La semana pasada marcó el 70 aniversario del golpe de Estado apoyado y guiado por Estados Unidos contra el primer gobierno democrático de Irán, el 19 de agosto de 1953, cuando Mohammad Mosaddegh se atrevió a ejercer soberanía sobre sus recursos naturales. En unas pocas semanas se cumplirá el 50 aniversario del golpe de Estado contra el gobierno democráticamente electo de Salvador Allende en Chile, apoyado y en parte diseñado por Washington. En Estados Unidos no se espera un mea culpa y mucho menos un rendimiento de cuentas (toda la cúpula acaba de festejar el centenario de Henry Kissinger, uno de los arquitectos del golpe en Chile).
Estos dos golpes fueron justificados con la amenaza comunista, el marxismo, y más, algo que se fusionó con la Doctrina Monroe en este hemisferio, y que sigue vigente ante la nueva amenazachina.
En La lista de apoyo a golpes de Estado, intervenciones electorales y hasta militares, según un estudio académico, Washington realizó por lo menos 81 intervenciones abiertas y encubiertas en comicios en otros países entre 1946 y 2000, incluida Rusia en los años 90; y otra investigación documenta 64 intentos de cambio de régimen durante la guerra fría. En esas listas aún no se ha registrado la que Trump y sus aliados intentaron en la elección de 2020.
«Leí que 71 por ciento de republicanos cree que Trump no hizo nada ilegal. Hace años, siempre cuando ingresaba a Estados Unidos, tenía que firmar una declaración de que no tenía la intención de derrocar al gobierno estadunidense por la fuerza. Nunca me di cuenta que esto era sólo para extranjeros», tuiteó la semana pasada el cómico inglés John Cleese, integrante del famoso grupo Monty Python.
Tal vez se le podría ofrecer al pueblo estadunidense una delegación internacional integrada por expertos en democracia de todos los países que han sufrido golpes de Estado e intervenciones estadounidenses para brindar apoyo en la defensa de la democracia en Estados Unidos.
Tomado de La Jornada.