El resurgimiento del fascismo: amenaza global
“Aunque Pinochet haya mandado matar a muchos, fue necesario. Limpió el país de guerrilleros comunistas. Si no, hoy seríamos una dictadura como Cuba o Venezuela”, dice un honesto ciudadano chileno, pobre, que votó en contra de la reforma constitucional.
“Políticas pro-vida (anti-aborto), recorte a las jubilaciones, privatización del sistema público de salud y de educación, eliminar la educación sexual en el ámbito de primaria y secundaria, creación de cárceles privadas, quitar leyes que obstaculicen el actuar de la policía (apología del gatillo fácil”, entre otras son algunas de las propuestas de un candidato presidencial en Argentina y aunque suene loco ¡encabeza las encuestas de opción de voto!
En Italia la primera ministra electa reivindica el lema “dios, patria y familia”, igual que el Duce Benito Mussolini casi un siglo atrás.
Fascismo puro y duro.
El fascismo es una ideología política que se caracteriza por un nacionalismo extremo, un autoritarismo férreo y un rechazo a los valores democráticos. Y aunque fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, ha vuelto a resurgir en todo el mundo en las últimas décadas.
Desde la elección de Donald Trump en los Estados Unidos hasta el auge del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, el fascismo está ganando terreno en muchos países.
Cada vez son más los países europeos donde la ultra derecha hace planteamientos ultranacionalistas, homofóbicos, antiinmigrantes, con marcado odio contra minorías étnicas y visceralmente anticomunistas que ganan más y más espacios. Aunque no de modo, la base de estos movimientos son grupos neonazis que crecen imparables.
En Ucrania, grupos abiertamente nazis funcionan orgánicamente con el gobierno central, apoyadas por los euros, los dólares y las armas de la OTAN en el conflicto de la región de Donbas. En Estados Unidos el discurso antiinmigrantes y supremacista blanco se evidencia con fuerza, existen grupos civiles de “cow boys” modernos que cazan “ilegales” en las fronteras con México.
Las nuevas derechas
El historiador ecuatoriano Juan J. Paz y Miño-Cepeda al referirse a ellas ha dicho:
“Las nuevas derechas cuestionan la democracia liberal, arremeten contra las instituciones del Estado, rechazan el pluralismo político y a los movimientos sociales, reivindican el autoritarismo de clase.”
Si un fantasma recorría Europa a mediados del siglo XIX, según Marx y Engels, “el fantasma del comunismo”, hoy en el mundo recorre otro fantasma: el de la derechización creciente que ha traído consigo la vuelta del fascismo o nazismo,
Esa derecha cada vez más ensoberbecida sigue avanzando, y genera propuestas ya más cercanas al fascismo, ese que se cría derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Aparecen planteamientos de superioridad premiando el elitismo, se reivindica el autoritarismo de clase, se criminaliza en forma violenta cualquier forma de protesta social.
Planteamientos neofascistas recorren Europa y Estados Unidos. Eso repercute en tierras latinoamericanas que, si bien hoy presenta gobiernos relativamente progresistas en muchos países, en muchas sociedades ganan fuerza de forma creciente discursos visceralmente anticomunistas, con profundo odio de clase.
El resurgimiento del fascismo puede tener consecuencias geopolíticas significativas. El fascismo se basa en un nacionalismo extremo, lo que puede llevar a políticas agresivas y expansionistas generando conflictos internacionales y desestabilización en las relaciones internacionales. Además, si los Estados fascistas se unen en alianzas, como lo hicieron durante la Segunda Guerra Mundial, puede darse una amenaza para la seguridad global.
Esta tendencia es preocupante por sus posibles consecuencias: aumento de la violencia, la intolerancia, el debilitamiento de las instituciones democráticas, las consecuencias económicas negativas y las consecuencias geopolíticas significativas son graves.
Es importante que la sociedad civil, los ciudadanos y los líderes políticos trabajen juntos para proteger los valores democráticos y prevenir la propagación del fascismo. Es importante preguntarnos ¿Estaremos condenados a revivir el fascismo, o es hora de reaccionar?