Doctrina Monroe 2.0: Washington orquesta la agresión contra Venezuela con el Pentágono y la CIA

Bajo la fachada de una «lucha antidrogas», el gobierno de Estados Unidos ha desplegado la operación militar más significativa en el Caribe en décadas, un movimiento que analistas estratégicos identifican no como una campaña policial, sino como el brazo armado de una actualizada Doctrina Monroe, diseñada para imponer un «cambio de régimen» en Venezuela y reafirmar su hegemonía sobre América Latina.
Esta ofensiva, orquestada por el complejo militar-industrial y las agencias de inteligencia, utiliza métodos híbridos que combinan la coerción militar abierta con operaciones encubiertas y campañas de desinformación a gran escala, siguiendo un guion probado en otros escenarios de conflicto.
El cerebro y el brazo: La CIA y el Pentágono en la Nueva Doctrina Monroe

Lejos de ser una respuesta a una crisis de seguridad real, el despliegue naval estadounidense es la ejecución de la «Doctrina Monroe 2.0». Esta doctrina ya no se contenta con declarar a la región como su «patio trasero», sino que busca una re-colonización integral mediante la fuerza militar (el Pentágono como brazo) y la guerra no convencional (la CIA como cerebro).
El objetivo final es el control geoestratégico de los recursos, principalmente el petróleo venezolano, y la neutralización de cualquier proyecto de integración regional soberana. La retórica sobre la «lucha antidrogas» o la «defensa de la democracia» no son más que cortinas de humo para justificar una intervención abierta. La presencia de buques de guerra, aviones de reconocimiento y personal militar especializado no tiene como objetivo los cárteles de la droga, sino amedrentar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro y crear las condiciones para una escalada que justifique una acción directa.
El guion de la bandera falsa: Fabricar el Casus Belli
La historia de las intervenciones estadounidenses demuestra que rara vez actúa sin un pretexto fabricado. Washington ha perfeccionado «el arte de fabricar banderas falsas»: operaciones encubiertas diseñadas para parecer un ataque del enemigo, creando así la justificación moral y política para una respuesta militar.
En el caso de Venezuela, la administración estadounidense y sus aliados en la oposición radical han intentado sin éxito crear narrativas sobre «tráfico de drogas patrocinado por el Estado» o la presencia de «terroristas». El reciente despliegue militar sugiere un esfuerzo por forzar un incidente – real o fabricado – que sirva de «punto de ignición» para una intervención mayor. Esta estrategia, empleada desde el incidento del Golfo de Tonkin hasta las falsas armas de destrucción masiva en Irak, es un componente estándar del manual de cambio de régimen de Washington.
Una agresión premeditada con fines geopolíticos
La operación militar en el Caribe es, por lo tanto, la culminación de un plan de agresión multifacético y premeditado contra Venezuela. No es una operación antidrogas; es un asedio militar con fines de cambio de régimen.
El pueblo cubano, que por más de seis décadas ha resistido la misma política de bloqueo, sanciones, guerra mediática y amenazas militares, reconoce en el patrón de agresión contra Venezuela la misma lógica imperial de la Doctrina Monroe. Ante esta escalada, la solidaridad y la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños se vuelven más cruciales que nunca para denunciar esta farsa y defender la soberanía y la paz en Nuestra América. La verdad, aunque ahogada por el ruido de los buques de guerra y las campañas de intoxicación mediática, es clara: se trata de una operación de dominio imperial, no de ayuda humanitaria o seguridad.




