Cultura y orgullo nacional

¿Qué es la cultura? La pregunta puede parecer capciosa, en tanto todos sabemos qué es; pero desde que Cicerón le puso el nombre, sucede que ya se registran más de 250 definiciones entre filósofos, antropólogos, sociólogos y demás especialistas de las humanidades. O sea, para responder con prudencia quizá sea oportuno copiar el recurso de Agustín de Hipona al definir el tiempo: «si no me lo preguntan, lo sé; pero si me lo preguntan, lo ignoro».
En cualquier caso, más allá de la racionalidad filosófica, parece que la cultura es algo que se traduce en determinadas respuestas emocionales condicionadas. Para saber si un hecho, una idea, un hábito, es propio de nuestra cultura, no consultamos el diccionario ni un tratado de metafísica; simplemente reaccionamos. Ante el fenómeno sobreviene un sentimiento de aceptación, o rechazo, o duda, o perplejidad…
Decimos cultura, así en singular, pero quizá deberíamos decir culturas, pues a cada sociedad le corresponde una propia. Por ejemplo, las sociedades árabes tienen una cosmovisión muy diferente a las sociedades occidentales. ¿Y qué es una sociedad? Técnicamente, un grupo organizado de individuos, pero si a esta le amputamos la variable cultura, entonces ¿será una sociedad o un colectivo?
Supongamos que mañana amanecemos sin ese conjunto de ideas, hábitos y emociones que llamamos cultura cubana. Es un ejercicio difícil de imaginar, pero intentémoslo. De pronto todo cuanto nos proporciona orgullo deja de existir para nosotros. El himno, la bandera, las luchas por la independencia, los héroes, nuestras expresiones artísticas, el modo de recrearnos, de entender el mundo, las aspiraciones… Todo esto nos resulta extraño.
¿Se podrá sostener una sociedad así, sin que para ello se emplee una violenta represión? Me acerco a un tema que una y otra vez regresa a las redes sociales. Recuerdo que hace pocos meses, en cierto programa, un panelista afirmó que habíamos perdido el orgullo por ser cubanos. La opinión generó un intenso debate y esa matriz aún perdura; pero, es que ¿acaso dejamos de ser una sociedad para convertirnos en un colectivo? ¿Qué cemento nos une entonces?
Yo recuerdo que aquella intervención comenzaba diciéndonos que el patriotismo cubano no se podía circunscribir a la geografía de la isla. Creo que debemos estar de acuerdo con eso: hay cubanos patriotas dispersos por todo el mundo. Sin embargo, luego se nos dijo que podemos apreciar la pérdida de patriotismo en un porciento de jóvenes que pretenden buscar prosperidad en el exterior, y esto ya es una contradicción: ¿El patriotismo depende de una geografía: sí o no?
Sucede que, como ya vimos, la cultura se expresa mediante respuestas emocionales, y en tiempos de crisis económica ocurre una erosión de las emociones. Manifestamos cierto sentimiento de angustia que, sin embargo, es dirigido a lo puntual e inmediato, y no a otros valores de mayor trascendencia. En semejante estado de cosas, un grupo de personas busca salir del estrés causado por las carencias económicas, mediante la emigración hacia lugares donde considera que su situación pudiese mejorar.
Hemos vivido tres años muy duros: miles de muertos por la covid-19, largos apagones, y un atroz endurecimiento del bloqueo. El cierre del país, sumado a altos gastos para enfrentar la pandemia, nos sumió en una profunda crisis económica que genera carencias.
Poderosas fuerzas externas creyeron tener la oportunidad perfecta para generar un quiebre social; fue un plan minuciosamente preparado, y que ha funcionado en otros muchos países. ¿Por qué no en Cuba? Esa es la primera pregunta que debería saltar a la vista, pero hay otra más reveladora: ¿Por qué la revuelta duró apenas un día?
La respuesta más simplista es por causa de la represión; pero hay que mirar los periódicos, tener memoria y sacar conclusiones. Desde Weyler hasta Batista, sin olvidar a Machado, los cubanos sabemos qué cosa es represión; y todos esos personajes finalmente cayeron ¿Alguien vio policías con escudos, cascos, chalecos antibalas, disparando perdigones a la multitud, según ocurre con frecuencia en otros países?
En este país hay pocos ingenuos que no sepan quién organiza y financia esos intentos de revolución de colores. Si emigrar fuera la prueba de falta de patriotismo y orgullo de ser cubanos, ¿entonces por qué no dejamos que Estados Unidos cumpla sus históricas ambiciones de dominar a Cuba? ¿Por qué, en vez de emprender esa ardua travesía, donde han muerto tantos, no les decimos entra ya, esto es tuyo? Es obvio que nos importa mucho seguir siendo cubanos.
El quiebre social no solo no se produjo, es que ni siquiera se vislumbra. Si esto no es orgullo, identidad, pasión por lo nuestro, entonces regresemos antes de Cicerón, cuando aún la cultura no tenía nombre, y pongámosle otro. A fin de cuentas, no se trata de una cuestión semántica; es asunto de ponerle pecho.